24 de julio de 2011

Una vida con la selección - Eurobasket ´75

En junio de 1975 se organizó el XIX Campeonato de Europa de Baloncesto en Yugoslavia. Las expectativas españolas eran altas, no en balde había logrado la medalla de plata dos años antes y, el año anterior, su mejor clasificación en un Mundobasket. Tampoco es que el panorama baloncestístico hubiera cambiado demasiado en este bienio, así que se podía esperar mantenerse en la élite europea.

En el campeonato participaron doce selecciones, repartidas en tres grupos de cuatro equipos cada uno. Jugarían todos contra todos y los dos primeros de cada grupo formarían el grupo final del que saldría el campeón. El resto jugarían por los puestos 7º a 12º.

El grupo A lo formaron los anfitriones junto a Yugoslavia, Turquía y Holanda. La clasificación final fue en este orden, con los plavi ganando sus partidos por más de veinte puntos de media. Los italianos perdieron claramente con ellos, pero se clasificaron gracias a una ajustada victoria ante los otomanos.

En el grupo B estaban soviéticos, checos, Israel y Polonia. Una derrota por 85-86 ante Checoslovaquia, dejó a los judíos fuera del campeonato. La Unión Soviética sufrió bastante para ganar el grupo, comparado con lo que era habitual en la época.

El grupo C encuadraba a España, Bulgaria, Rumanía y Grecia. La selección confirmaba las expectativas, pasando primera de grupo tras tres claras victorias, si bien ante rivales que no eran especialmente potentes. Los búlgaros acompañarían a los hispanos en la fase final.

Para la fase final se arrastraba el resultado conseguido contra el otro equipo del mismo grupo, por lo que España comenzaba con 1-0.  Lamentablemente, ya la primera jornada deparó una clara derrota contra los yugoslavos (76-98).  Pero es que el segundo día se perdió claramente también con Italia (69-89). Una tercera derrota consecutiva ante los soviéticos (80-94) dejó sin valor la balsámica victoria ante los checos (87-67).


Foto: ACB.com
El resultado sería un amargo cuarto puesto. Amargo, porque los resultados reflejaron que las distancias frente a los tres primeros habían resultado excesivas, sin opción siquiera a disputar los partidos.

Italia, finalmente tercera, tuvo opciones al segundo puesto, pero la derrota ante los soviéticos sería crucial. La última jornada dejó el duelo entre los dos máximos favoritos, decantado hacia el lado de los anfitriones por 90 a 84. Yugoslavia revalidaría su título continental.

Kresimir Cosic sería nombrado mejor jugador del torneo, aunque la generacíón dorada plavi estaba formada por un cúmulo de estrellas. Junto a Cosic estuvieron Dalipagic, Delibasic (primera aparición del genio bosnio), Kikanovic, Slavnic, Plecas, Jerkov, Jelovac, Solman, Tvrdic, Zizic y Kapicic. Nuevamente en el banquillo estuvo Mirko Novosel.

La Unión Soviética, dirigida por Vladimir Kondrashin, tenía entre sus filas a los Belov (Sergei, máximo anotador del torneo, y Alexander), Edeshko, Korkia o Miloserdov.

En Italia ya estaban los eternos Meneghin y Marzorati, junto a Recalcati (posteriormente seleccionador), Bariviera, Villalta o Zanatta.

Los doce españoles fueron, esta vez, Corbalán, Brabender, Luyk, Rullán, Santillana, Flores, Cabrera, Cristobal Rodríguez, Iradier, López Abril, Filbá y Miguel Ángel Estrada, con Díaz Miguel en el banquillo (cómo no).

Este campeonato marcaría el inicio de unos tiempos difíciles que duraron unos pocos años hasta que el cambio generacional dio frutos y devolvió a España a la élite baloncestística europea y mundial.

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