30 de diciembre de 2023

Desconexión progresiva

Cada vez estoy más desconectado del baloncesto. 

No es que no me guste el deporte de la pelota naranja (o tricolor, depende de la situación). Es que las circunstancias no ayudan a mantener la atención como hacía antes. 

Primero, mi estado físico que me impide jugar desde hace ya demasiado tiempo. Coxartrosis en ambas caderas y artrosis en la parte baja de la espalda, con dolor a diario, en ocasiones leve, otras veces bastante acusado, pero casi siempre un factor limitante. No negaré que esto ha sido un golpe moral que me está costando asumir, incapaz de entender que mi cuerpo no puede seguir el ritmo de mi cabeza, todavía joven.

Sigo perteneciendo al grupo de Whatsapp y soy de los más activos, pero ya no es lo mismo no poder estar cada semana. Y resulta duro,  porque en los diez años previos, prácticamente había jugado el 95% de las convocatorias, como poco. 

A medida que pasan los meses, soy consciente de que la práctica activa del baloncesto se ha terminado para mí. A veces pienso en abandonar el grupo. Me resulta demasiado triste no poder decir que sí a las convocatorias semanales. Confieso que muchas veces me alegro cuando por diversas circunstancias no se puede jugar. Soy malo, lo sé. 



Ya casi no compro la Gigantes. Desde 1989 no falle una sola semana en los quioscos hasta que la revista cambió a una periodicidad mensual. Todos los martes la compraba y el miercóles ya la había terminado, con suerte, y no me quedaba otra que releer y releer sus páginas hasta la semana siguiente. Desde entonces, sólo compro los especiales y a veces ni siquiera eso.

Hace años que no veo casi ningún partido de la NBA, aunque ya he dicho por aquí que no me gusta el baloncesto que se juega hoy. Por eso quizá no me hago un League Pass o me abono a Movistar, porque ni siquiera me motiva ver un partido de los Celtics.Vivir o morir en el triple, eso no es para mí, que crecí con Magic, Bird y Jordan, el juego al poste, los fundamentos y el tiro a media distancia.

Lo mismo, o peor todavía, me pasa con la Liga Endesa o la Euroliga. Hace todavía más años que no veo un partido de baloncesto FIBAque de la NBA. Ni siquiera echo un vistazo a la clasificación, más allá de los comentarios en el grupo de amigos o las noticias generales que veo por internet. No he podido disfrutar del ciclo exitoso del Madrid, después de comerme la travesía del desierto y ver cómo el Barcelona nos mojaba la oreja durante demasiados años, y la última Euroliga que he visto alzar al equipo blanco ha sido la de Sabonis en 1995.

 


El único baloncesto que veía era el de selecciones, cada verano. Cuando había JJOO, Mundobasket o Eurobasket, me tragaba varios partidos al día, muchos de la fase de grupos y todos los cuartos de final, semifinales y final. Cuando cogía las vacaciones en el trabajo, lo hacía con la fase decisiva de los campeonatos en mente. Era como un atracón después de la abstinencia. Y resulta que el pasado Mundobasket, TVE toma la decisión (o compra los derechos así) de solo dar los partidos de España y un partido de los días que no jugaban, normalmente el de USA. Así que tuve que despedirme de ver selecciones interesantes o disfrutar de historias como las de Sudán del Sur o Bahamas. Ya no me queda ni ese desahogo.

No obstante, no se han roto todos los lazos: sigo diversas cuentas en Youtube o Twitter, escucho podcasts, juego al SuperManager ACB (aunque muchas veces ficho jugadores que ni siquiera sé quiénes son) y comparto noticias en el grupo de WhatsApp. Pero no sé por qué, no es lo mismo y cada vez me encuentro más alejado del baloncesto.

Me refugio en el baloncesto viejuno. La página de basketballreference.com o los chicos del podcast de Era baloncesto son ahora mis mejores compañeros. Sigo viendo los videos de Colgados del Aro, más que nada por pagar de alguna forma la deuda moral contraída durante su soberbia labor durante los duros días del confinamiento en 2020. Nostalgia pura y dura, diría yo, de tiempos que sin duda fueron mejores y que cada vez soy más consciente de que ya no volverán. 

Como siempre tengo sensaciones más agrias que dulces, en este momento en que miro al pasado con mucha nostalgia y veo el pitido final cada vez más cerca, sabiendo que estoy ya jugando el tercer cuarto del partido de mi vida. 

17 de diciembre de 2023

Tiempo de Victoria (T1 y T2)

Impresionante. 

Esta es la palabra que mejor define a Tiempo de Victoria, la serie de HBO Max sobre el ascenso de los Lakers del showtime. A la calidad a la que ya nos tiene acostumbrados, hay que añadir la temática del baloncesto en general y la de la NBA de inicios de los 80 en particular, cuando la irrupcíón de dos novatos en la temporada 1979-80 plantó las bases del resurgir de una rivalidad histórica sobre la que se ha cimentado lo que es el inmenso negocio que es el baloncesto americano hoy. 

La primera temporada arranca con la compra de la franquicia de Los Ángeles Lakers por un advenedizo, el doctor Jerry Buss, al que el resto de los propietarios miraban por encima del hombro cuando llegó. Un personaje al que da vida de forma magistral John C. Reilly y que revolucionó la forma de hacer negocios en el baloncesto, a pesar de que para llegar a él tuviera que endeudarse hasta las cejas, pedir dinero a su madre y hacer una sociedad con su ex mujer. 

 


No sé hasta qué punto la serie es fiel en esto, pero lo que es indudable es que Buss fue, si no el primero, de los primeros propietarios en concebir el baloncesto como un negocio en sí mismo. Se dio cuenta de que el estadio solo estaba ocupado unas cincuenta noches al año, dependiendo de si el equipo llegaba a las eliminatorias por el título o no, y que el resto del año se le podía sacar rendimiento alquilándolo para conciertos o eventos multitudinarios. 

Se dio cuenta de que si el equipo ganaba, las oportunidades eran todavía mayores, así que se centró en crear una máquina de hacer baloncesto atractivo, combinándolo con el encanto de la soleada California. 

Si, además tienes la suerte de hacerte con el primer puesto del draft de 1979 y de tener la suficiente cabeza como para elegir a Magic Johnson (la serie muestra que Buss impuso su criterio frente al de sus asesores, entre ellos Jerry West, de seleccionar a Sidney Moncrieff), añades un potencial enorme a un equipo que ya contaba con figuras como Norm Nixon, Jamaal Wilkes y, sobre todo, Kareem Abdul - Jabbar, el mejor jugador sin discusión de la década de los setenta.

 

El Dr. Buss

El accidentado fichaje de Jack McKinney (asesinato de un amigo de Tarkanian en Las Vegas mediante) y su esperanzador comienzo, el accidente que casi le mata y la llegada accidental de Paul Westhead al cargo de entrenador y, sobre todo, de Pat Riley como entrenador ayudante. La brillante temporada regular, mirando siempre de reojo a los odiados Celtics de Larry Bird. La gran actuación en las eliminatorias y la victoria final por 4-2 ante los Sixers. Todo eso es la T1 de Tiempo de Victoria, que termina por todo lo alto. 

La T2 es todavía mejor.

Comenzando con la tremenda decepción de la derrota ante los Houston Rockets en las eliminatorias de 1981, con la sal derramada sobre la herida que supuso el título de los Celtics en las Finales de ese año, pasando por los problemas internos que tuvo el equipo en la temproada 81-82: problemas de química interna entre Magic y Nixon; el malestar de Kareem que le hizo pedir públicamente el traspaso, junto con la tragedia personal que supuso perder su casa y sus bienes en medio de un pavoroso incendio; la forma peculiar de gerencia de Buss, que pretendía (según la serie) llevar los negocios como una familia, lo que le llevó a firmar un contrato vitalicio a Magic (25 millones por 25 años) y las consiguientes tensiones con el resto de la plantillla. 

Pero, sobre todo, se muestra de forma convincente la progresiva pérdida de control de la plantilla por parte de Westhead, que ni siquiera el título de 1982 pudo solventar y que estalló con la humillante derrota en las Finales de 1983 ante los Sixers del Dr. J y de Moses Malone (la del famoso fo´, fo´, fo´).

Y llegan las Finales de 1984, el primer enfrentamiento directo entre Magic y Bird, la de la calefacción en el Garden, Kareem respirando oxígeno en el banquillo, la hostia de McHale a Rambis que embarró una serie que dominaban los Lakers... y el título de los arrogantes verdes. 

 

Quincy Isaiah y Solomon Hughes

 

La historia, no por ser conocida, deja de ser atractiva. Complementada además con la historia personal del Dr. Buss y de su hija, actualmente la propietaria mayoritaria del equipo, del propio Magic y Cookie y, en la segunda temporada, de Larry Bird (cómo dejó la universidad de Indiana, el suicidio de su padre y su reclutamiento, partidillo en vaqueros y zapatos incluido, por Indiana State a la que llevaría a la final universitaria del 79, su fichaje por los Celtics habiendo sido elegido un año antes, incluso ese guiño a la historia de su madre diciendo que Magic es su segundo jugador favorito por detrás de Laimbeer, al que su hijo odiaba...)

Lo que me llama más la atención de Tiempo de Victoria es el genial trabajo de selección de actores y de caracterización, porque estás viendo a las personas reales. Ya he comentado lo de John C. Reilly, pero es que el desconocido (para mí) Quincy Isiah es Magic (mide 1,91 según Imdb). Otro desconocido Solomon Hughes (2,11 m) es Kareem (coronilla calva incluida). Otro más, Sean Patrick Small (1,93 m) es Larry Bird. Jason Segel es Paul Westhead. El renacido Adrian Brody es Pat Riley, masticando chicle como si no hubiera mañana... Todos se parecen, se mueven y tienen gestos clavados a los personajes que representan, hasta el actor que hace de lo más parecido a un villano que tiene la serie, Red Auerbach. Y eso es de un atractivo innegable para todos aquellos que vivimos aquellos tiempos dorados que, todavía hoy , consideramos el mejor baloncesto de la Historia.

De manera incomprensible, HBO decide terminar aquí y no renovar por una tercera temporada. Incomprensible porque no tiene sentido terminar una serie sobre la dinastía de los Lakers con una derrota, porque todavía quedan seis años de la década en la que fueron los dominadores hasta que llegaron los chicos malos de Detroit. 

 

La corbata de Pat

Supongo que los resultados de retorno de inversión no serán buenos y aquí no está nadie para perder dinero, lo que nos lleva a pensar en por qué, si ese fuera el caso, las audiencias no hacen gala a una serie que es muy buena desde todos los puntos de vista, aclamada tanto por la crítica como por el público. 

Tiempo de victoria no se escapó de la polémica. Ha habido acusaciones de falta de veracidad en las situaciones y también críticas de los supuestos protagonistas de los hechos. Si no recuerdo mal, el mismo Jerry West, al que se representa como una persona acomplejada, insegura y traumatizada por las continuas derrotas infligidas por los arrogantes verdes a sus Lakers de los sesenta y principios de los setenta, abrió una demanda por la forma en la que se le refleja. 

El resumen es que, a  pesar del corte brusco, Tiempo de victoria es una serie que hay que ver. En imdb cotiza hoy a un sólido 8,3 y eso son palabras mayores.

1 de octubre de 2023

Weltmeister!

La final europea del Mundobasket (en realidad, siete de los nueve primeros clasificados son europeos, lo más parecido a un mundial de balonmano por el tremendo bajón de rendimiento de Brasil y, sobre todo, Argentina en los últimos años) terminó con la victoria de Alemania frente a Serbia. El recién llegado y el viejo conocido.

Ambos llegaron al partido final tras derrotar a las otras dos selecciones no europeas y máximas favoritas a encontrarse por el título, en dos partidos igualados. Pude ver el de Alemania frente a Estados Unidos y el nivel ofensivo hizo palidecer a las defensas. Más de 100 puntos por ambos contendientes, Alemania marcando el récord de puntos anotados a un equipo NBA (superando al establecido por Lituania unos días antes y superado por Canadá dos días después en el partido por el bronce). 

Mientras lo estaba viendo, pensaba hasta cuándo iban a poder aguantar a los estadounidenses. Craso error, la cuestión era si los NBA iban a ser capaces de remontar.

El MVP
 

La final apenas tuvo color y los alemanes dominaron el partido, haciéndose con la medalla de oro después de un campeonato brillantísimo en el que se deshicieron, entre otras, de Australia en la fase de grupos y eliminando a Letonia (el partido en que estuvieron más cerca de la derrota), Estados Unidos y Serbia. 

Se podría calificar de sorprendente, pero Alemania lleva unos años llamando a la puerta. En el Eurobasket de 2022 ya solo pudimos ganar con mucho sufrimiento y un final de partido soberbio por parte de Lorenzo Brown (cuánto se le ha echado de menos este año). En 2023 han firmado un campeonato inmaculado, contando sus partidos por victorias. 

El escudero (la estrella en la sombra)
 

Su líder en la pista y declarado MVP del campeonato es Dennis Schröder, el mismo que tuvo en sus manos la eliminación de España en el Eurobasket de 2015, pero con unos años más. Veo en Dennis un caso similar al de Patty Mills, jugadores de rol en la NBA (mejor carrera individual del alemán) que cuando se ponen la zamarra de su selección en FIBA se transforman y se convierten en jugadores dominantes. 

No obstante, para mí su jugador más importante, con diferencia, es Franz Wagner, que ha crecido de una forma descomunal en Orlando y en FIBA hace gala de grandes recursos tanto en ataque como en defensa. A partir de ahí, jugadores de rol que saben muy bien su papel (Theis, Voigtmann, Bonga, Obst...), muchos con pasado NBA, dirigidos desde la banda por un entrenador muy solvente que conoce al grupo. 

El profesor

Lo bueno de este equipo es que ha sabido sobreponerse a los malos momentos de Schröder, tanto dentro de la pista (sobre todo su mal partido ante Letonia) como fuera. La polémica con Maxi Kleber pudo haber dinamitado las opciones de Alemania incluso antes de empezar el campeonato, pero a lo mejor lo que hizo fue todo lo contrario, creando unos lazos mucho más fuertes entre los componentes de la selección. 

Ahora, la cuestión es saber cuánto van a poder alargar la racha de una selección que se ha acercado a los puestos de cabeza solo esporádicamente. Así, de cabeza, recuerdo el oro del Eurobasket 93 (eliminando a España en la prórroga con canasta del desaparecido Welp), bronce en el Mundobasket 2002 (otra vez eliminando a España), plata en el Eurobasket 2005 (canastón de Dirk frente a Garbajosa para eliminarnos en semifinales) y bronce en el Eurobasket 2022 (eliminados por España). 

 

El éxito

Es curioso, todos sus éxitos menos este último tienen un color rojigualda a favor o en contra. Este año falló el guión. Nos hubiéramos enfrentado en cuartos de final, pero no nos dio para llegar. Y con sinceridad pienso que este año tampoco nos iba a dar para ganarles. 

Era su momento y lo han aprovechado. Un éxito sin precedentes que ni siquiera el grandísimo Dirk Nowitzki consiguió a pesar de ser el segundo NBA más dominante en FIBA (Gasol sería el primero). 

Larga vida al campeón.

9 de septiembre de 2023

Decepción mundial

Al final, los temores se hicieron realidad. Vale, alguno podría decir que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Que somos agoreros, pájaros de mal fario, cenizos, que no sabemos disfrutar del momento.

El caso es que España ha caído en la fase previa de los cuartos de final de este Mundobasket, algo que no ocurría en ninguna competición internacional desde los JJOO de Sidney 2000, año del debut de Juan Carlos Navarro y de Raül López en la absoluta y torneo previo a la irrupción gloriosa de Pau Gasol y el resto de la generación del 80, que tantos éxitos nos ha dado. 

El grupo de clasificación se saldó con victorias más que solventes ante Costa de Marfil, Irán y Brasil. Vale, no son selecciones de relumbrón, pero los triunfos fueron bastante claros y con momentos de juego brillantes. 

 

Proliferaron los artículos de sesudos analistas que han descubierto en este torneo a Santi Aldama. Se multiplicaron los parabienes a Juan Núñez, declarándole timón de la selección para los próximos diez años, por lo menos. Todo parecía ir viento en popa.

En el otro lado del cuadro, la sorpresa saltó el primer día: derrota de Francia frente a Letonia. Nos frotábamos las manos: dos partidos, frente a Canadá y Letonia, ganar uno de los dos y a cuartos de final. Hasta era conveniente quedar segundos, decían algunos, y así evitar a Estados Unidos hasta la gran final. Estaba claro: nos íbamos a comer el mundo, otra vez, y dar un bofetón en todos los morros a los cenizos antipatriotas que no se suben al carro. 

Craso error. Dos últimos cuartos terroríficos en ataque han sido suficientes para echarnos del Mundobasket y dejarnos a todos con un palmo de narices. Más doloroso el trance ante Letonia, por inesperado, que el de Canadá, que se podía ver venir. Aunque luego, visto el resto del campeonato de Letonia, se puede decir que pasaron los dos mejores equipos y que España estuvo un pasito o dos por detrás.

He dudado mucho qué título poner. Aunque considero que lo mínimo que se le puede pedir a cualquier equipo que España ponga en una competición es llegar a cuartos de final, la palabra fracaso puede ser demasiado dura. Prefiero decir que es una decepción, aunque tampoco resulta exacto, porque es algo que se podía esperar. 

 


 

No querría poner el foco en ningún nombre, pues seguramente estaría siendo injusto, pero antes de la cita pensaba que Llull no estaba para ir y que podría ser mejor llevar a Jaime Fernández. El campeonato me ha dado la razón y el rendimiento ha estado lejos de ser el esperado. Por otra parte, no entiendo por qué se lleva a Joel Parra para luego darle un puñado de minutos. 

Fuera de esto, el campeonato de España ha sido previsible y el resultado, creo, se puede resumir en tres puntos: 

  1. Las bajas de Lorenzo Brown y Ricky Rubio dejaron a la selección huérfana de una figura que fue clave en los éxitos de 2019 y 2022: un base generador de ventajas, capaz de alimentar a tipos como Willy Hernangómez y, en caso de necesidad, crearse sus propios tiros y mantener el equipo en los malos momentos hasta que algún otro se sume al carro. 
  2. Faltó un go-to-guy, un jugador que se echase el equipo a la espalda, que quisiera el balón en los momentos calientes y que fuera capaz de atemperar comportamientos y temperamentos. Está bien tener un juego coral, pero en los momentos de la verdad a veces no es suficiente y a jugadores que en sus equipos son, con suerte, tercera o cuarta opción, les cuesta ser la primera. Los jugadores que por carácter pueden ser este hombre, por edad o por otras cuestiones no están para asumir el rol de líder más que puntualmente (Rudy) o ni siquiera (Llull). Otros simplemente no han dado la talla (Willy, Juancho) o no tienen el carácter o la edad y galones necesarios (Aldama).
  3. Hay que decir que no ha sido el campeonato más brillante de Sergio Scariolo. Empezando por las decisiones más o menos discutibles de confección de plantilla hasta su falta de reacción y soluciones en los momentos complicados de los partidos de Letonia y Canadá. Ante los bálticos quizá no se notara tanto, pero contra Canadá, Jordi Fernández estuvo un paso o dos por delante de nuestro italiano favorito. 

Tras la derrota ante Canadá, las redes sociales hirvieron contra el trío arbitral. No podemos escudarnos en eso. Fue un mal arbitraje, pero lo fue para ambos equipos que casi acaban desquiciados en momentos clave de los partidos. 

La defensa, brillante por momentos, no ha sido suficiente y se ha desarmado en los momentos clave, con un acumulado de 23-54 en los últimos cuartos decisivos de ambos partidos. Demasiados puntos en contra.  

 


Una decepción al final. Dura, es verdad, porque siempre está el temor a repetir la horrenda travesía en el desierto de finales de los ochenta y la  década de los noventa, encadenando decepción tras decepción durante casi quince años. Ahora sería más dura, viniendo de donde venimos. Como comparación, Argentina ha quedad fuera del Mundobasket por primera vez en cuarenta años y de los JJOO por primera vez desde 2000. No es previsible que eso nos pase a nosotros, porque hay jugadores jóvenes que empujan con fuerza, pero lo que sí me parece es que nos va a faltar carácter ganador. 

En lo que respecta al torneo, cuando escribo resta por definir los cuatro primeros clasificados. Ha habido grandes historias (Letonia), selecciones a las que les ha faltado un punto para triunfar (Lituania, que incluso ganó a EEUU), otras que han cumplido por encima de las expectativas (Italia), y otras que han ido de más a menos (República Dominicana, Brasil, que llegaron al final con opciones de clasificación para cuartos...). Alguna que otra decepción (Finlandia, Francia, Australia),sobre todo la de Collet y sus muchachos, eliminados en la fase de grupos cuando eran candidatos unánimes a los ocho primeros.

En cuanto a jugadores top: Bogdanovic, Zagars, Schröder, Shai Gilgeous-Alexander, Rondae Hollis-Jefferson, Carlik Jones, Karl-Anthony Towns... por momentos Juan Núñez. Sigo diciendo que Doncic, a pesar de ser muy bueno, llega fundido a los partidos decisivos y se pierde en luchas estériles contra los árbitros y rivales. 

Está siendo un campeonato con partidos interesantes, algunas palizas indecentes y un nivel que, me parece, se ha igualado por abajo, faltando selecciones dominantes sin fisuras, a pesar de los grandísimos campeonatos de Alemania y Serbia, más que merecidas finalistas (aunque con un recorrido bastante más complicado para los germanos). 

Final europea en el Mundobasket. Siete selecciones europeas entre las nueve primeras (puesto final de España). Lo más parecido al balonmano en los últimos tiempos.

30 de julio de 2023

Garra

Es conocida la afición de Adam Sandler a nuestro deporte preferido y bastante habitual verle en pachangas en la calle o en pabellones, con un look particular y un estilo callejero que le asemeja con un Allen Iverson de DIA. 

Calidad de su juego y su estética aparte, tenemos que agradecerle que el baloncesto haya sido protagonista en NETFLIX y se estrenara Garra. Sandler hace de un ojeador de los Philadelphia 76ers en busca de talentos por todo el mundo. Asentado y respetado en su trabajo, el propietario le ha confirmado que le dará la oportunidad de sentarse en el banquillo en la próxima temporada, pero su fallecimiento repentino hace que la franquicia quede en manos de su hijo, más orientado a los beneficios y bastante lejos del sentimiento old school de respeto a la palabra dada y amor al deporte.

 


 

Asqueado, deja su puesto en el equipo y a modo de freelance continúa viajando hasta dar con un diamante sin pulir en una cancha callejera de ¡España!. Ahora mismo no recuerdo si se dice que se trata de Barcelona o Palma de Mallorca, pero la estética y la fauna que se ve alrededor de la cancha está más cerca de cualquier barrio latino de una ciudad cualquiera en los Estados Unidos (una muestra más de la ignorancia infantil a la que los estadounidenses nos tienen acostumbrados en cuanto a geografía global). 

En esa cancha de discutible etnicidad, el personaje de Sandler se encuentra con Bo Cruz, un muchacho tatuado hasta las cejas que juega por dinero en canchas de cemento y cuida de su hija y de su madre. La particularidad que hace Garra una película cercana es que Bo Cruz es el alter ego de Juancho Hernangómez.  

La película es una de tantas cintas de superación y sueño americano a las que nuestros amigos yanquis nos tienen acostumbrados y que suelen apelar a la fibra del espectador con historias más o menos lacrimógenas y con inevitable final feliz. Garra no se separa de este trazado ni una pulgada, hasta que el bueno de Stanley consigue que Bo Cruz sea drafteado por los Boston Celtics. 

Tampoco se olvida de que una buena historia necesita un villano. En este caso se trata de Kermit Wilts, un hablador de basura que humillará a Bo y le llevará al siguiente nivel de competitividad que tanto gusta al otro lado del charco. Kermit Wilts tiene la suerte de tener las habilidades baloncestísticas y las facciones de Anthony Edwards, estrella de los Wolves.

 

Quién sabe si Bo y Kermit se enfrentarán este año en el Mundobasket, defendiendo a sus selecciones. 

Además de ser una película entretenida y que se ve bien, uno de los atractivos de Garra es el largo listado de cameos relacionados con el mundo del baloncesto. Desde Scariolo y el equipo nacional al completo, pasando por el Dr. J, Maurice Cheeks, Brad Stevens, Moritz Wagner, Michael Porter Jr., Kyle Lowry, Mathisse Tybulle, Seth Curry, Nowitzki... y Boban Marjanovic que hace gala de su talento para la comedia. Os invito a entrar en la página de Garra en imdb y echar un vistazo a todos los jugadores que aparecen, algunos fugazmente. De hecho, ver la película se convierte casi en un juego de reconocer los que van saliendo. 

Con una duración inferior a dos horas, Garra entretiene. Además, según he podido leer, los diferentes entrenamientos que vemos en pantalla son bastante reales y utilizados por los profesionales de esto, así que aprenderemos un poquito. 

En imdb tiene una nota de 7,3, lo que completa el cuadro para que sea una cinta imprescindible para cualquier aficionado al deporte de la pelota naranja (o tricolor).

9 de julio de 2023

Pau Gasol, lo importante es el viaje

El 10 de marzo de 2019, camino de los 39 años, fue le último partido de Pau Gasol en la NBA. Había sido traspasado unas semanas antes desde San Antonio hasta los Bucks y allí apenas jugó tres partidos, con un papel testimonial, indigno de su trayectoria. 

Hasta ese día, había jugado 30 partidos y se había perdido 37. Doce minutos, 3,9 puntos, 4,6 rebotes y 1,7 asistencisa son sus medias. Solo verlo produce un nudo en el estómago. 

Pau Gasol había sido en la práctica un reloj estadístico, rondando todas sus temporadas el 18+9+3, con el bajón de la temporada aquella de D´Antoni y el experimento en los Lakers. Se rehizo y luego incluso volvió a ser All-Star firmando sus mejores registros reboteadores en los Bulls, ya con 35 años a sus espaldas. 

 

Fractura por estrés en el pie. Un horror. La misma lesión que retiró a Yao Ming de forma prematura. La leyenda del baloncesto español, que deseaba con todas sus fuerzas retirarse después de los JJOO de Tokio, parecía que iba a tener que despedirse en falso, fuera de las pistas. 

Pues no. 

En 2021, después de una pandemia global que retrasó los Juegos a ese año, y después de muchos rumores, se hace público el fichaje de Pau Gasol por el FC Barcelona para jugar la Liga y la Euroliga, el único título que se le resistió. 

Sensaciones encontradas. Por un lado, alegría por volver a ver de corto a este extraterrestre al que tanto debemos. Por otro, incertidumbre de cuál iba a ser su rendimiento en cancha. El resultado final, agridulce: estadísticamente no fue del todo mal, incluso dominó algunos partidos, pero la sensación general es que ya era imposible volver a un nivel más o menos adecuado y su rendimiento, digno pero nunca más determinante.

La soledad de la recuperación
 

Aún y así, Sergio Scariolo le llevó a los JJOO. Sin duda se lo merecía, despedirse por todo lo alto, vivir por quinta vez la sensación inigualable de desfilar por el Anillo Olímpico y competir contra los mejores. Pero la realidad es testaruda y se encarga de repartir bofetones a mano abierta. Pronto se vio que Pau Gasol, el que había dominado tantas veces a sus rivales, se encontraba dos y tres escalones por debajo de lo que debería. Sencillamente, su físico no le acompañaba. Especialmente triste fue verle postear a Devin Booker en cuartos de final, veinte centímetros más bajo, y no poder progresar a canasta. 

Los JJOO fueron un torneo triste en lo personal y en lo colectivo, porque España había perdido EL PARTIDO contra Eslovenia y no fue rival ante los EEUU, a pesar de Ricky Rubio. 

Se podría discutir si las decisiones del FC Barcelona y de la Federación Española de Baloncesto fueron correctas o no. Está claro que en el plano deportivo, por diversas causas, no lo fueron. Pero también está claro que la relevancia histórica de Pau Gasol, quizá mereciera esa última oportunidad. 

 

 

El documental de Amazon, Pau Gasol: lo importante es el viaje, es la intrahistoria de todo aquello. Imágenes de Pau Gasol entrenando, buscando desesperadamente volver a sentirse jugador. Imágenes con su Fundación, planificando actividades. Imágenes con sus representantes, negociando la vuelta a las canchas. Imágenes con su familia, en rehabilitación, moviéndose con el pie en alto que no podía cargar bajo ningún concepto. Todo ello mientras éramos una vez más espectadores del repaso trayectoria extraordinaria, la de uno de los deportistas españoles más importantes de todos los tiempos, uno de los que nos hacía sentirnos orgullosos cada vez que veíamos un partido suyo en la NBA o en la multitud de torneos FIBA que dominó con puño de hierro. 

Verle de esta forma, impotente ante sus problemas físicos, fue doloroso.Su generosidad fue la que lo hizo posible, permitiendo la entrada de cámaras en momentos íntimos que permitieron también dimensionar en su justa medida la relevancia de la persona detrás del personaje. 

Si todavía tenéis la ocasión de dedicar unas pocas horas a este documental, ya estáis tardando.

25 de junio de 2023

Pepitas de oro y un comodín

Pues ya ha terminado el curso baloncestístico 22/23 en la NBA con el título de los Denver Nuggets (4-1 a Miami) y el MVP de las Finales para Nikola Jokic. 

Ha sido una temporada sorprendente, no por el campeón, que se podía esperar y al que mucha gente le daba el subcampeonato en unas hipotéticas Finales contra Boston o Milwaukee. Y de ahí la sorpresa, porque los que se han plantado en la serie definitiva han sido los Miami Heat. 

Recordemos que Miami perdió el primer partido de play-in contra Atlanta. Y luego iban perdiendo el segundo contra Chicago. Sin embargo, ganaron. Y luego le metieron un 4-1 a Anteto y sus Bucks. Sobrevivieron al cemento de Thibodeau y sus Knicks. Y en las finales de la Conferencia Este amenazaron con hacer explotar el proyecto celta cuando se pusieron 3-0. Luego amenazaron con derrumbarse ellos cuando los Celtics remontaron hasta un 3-3 (solo la cuarta vez en 151 oportunidades) y todo parecía dispuesto para abrirles la puerta tras despachar a los de Florida en el séptimo partido en el Garden. Eso no pasó y Miami arrasó, dejando a los aficionados verdes (entre los que me incluyo), con caras de tonto. 

 

Quinteto de élite
 

Por primera vez desde los Knicks del 99, un seed 8 se plantaba en las Finales, tras haber derrotado a un primero, un cuarto y un segundo. Tremendo. 

En el otro lado, con casi diez días de descanso extra, un equipo que jugaba sus primeras Finales, con una plantilla que se antojaba corta, pero que contaba con un quinteto titular demoledor: Jamal Murray, finalmente recuperado de sus lesiones y que llevaba unas eliminatorias más que decentes; Kentavious Caldwell - Pope, que fue clave en el título de Lakers de la burbuja; Michael Porter Jr., para muchos un top 3 de su draft si no hubiera sido por sus problemas de espalda; Aaron Gordon, que había dejado Orlando para dar un plus a los de Denver...

... y por encima de todos Nikola Jokic. Dos veces consecutivas MVP de la temporada regular, se ha marcado una temporada de nivel todavía superior, a punto de convertirse en el primer interior en  promediar un triple doble durante todos los partidos del año. Debería haber sido MVP otra vez, pero seguramente hubo vértigo en los votantes por dárselo y ponerle a la altura de Larry Bird, el último en lograrlo entre 1984 y 1986. Así de injusta es la narrativa en ocasiones. 

Había dudas en ambos lados. Por los Heat, el cansancio y el estado del tobillo de Butler, además de la falta de Herro durante todos los playoffs (una baja que, en mi opinión, les ha beneficiado más que perjudicado; no creo que hubieran sido tan rocosos en defensa con el fino estilista en el quinteto). Por Denver, su inexperiencia, dudas sobre su carácter y una plantilla con solo seis o siete jugadores que quizá no fuera suficiente si los Heat conseguían alargar la serie y convertirla en una piscina de barro. 

 

Hay un nuevo sheriff en la ciudad

 

También había motivos para confiar. Los Heat habían eliminado a los dos máximos favoritos, no solo de su Conferencia sino de toda la liga; la sensación de que el seed 8 no era real y que en realidad su  plantilla era, como mínimo top 4; y la confianza en un líder brutal como Jimmy Butler. En Denver, tener a uno de los mejores jugadores de la Liga; la solvencia durante la temporada regular y las eliminatorias; la mucha menor carga de minutos de sus estrellas y la temporada de Jamal Murray, que descargaba a Jokic de responsabilidad en ataque. ç

Dos estados de ánimo eufóricos, pero solo uno saldría triunfante y sería Denver, 4-1 y para casa con el trabajo hecho en unas series más sencillas de lo que todos esperábamos. 

Me alegro por Denver, un equipo con el que simpatizo desde los tiempos de Dan Issel y David Thompson, justo cuando desembarcaron en la NBA procedentes de la alegre ABA. Luego vinieron los dulces años ochenta con el elegante Alex English y Fat Lever y las chaquetas de cuadros de Doug Moe como bandera de un baloncesto alegre en el que la premisa era anotar un punto más que el rival. Recuerdos de Mutombo en el suelo abrazando el balón después de eliminar a Seattle en uno de esos milagros del octavo clasificado. Y luego, las elecciones acertadas en el draft, sobre todo Jokic en el puesto 41 y Michael Porter Jr. en el 15 cuando había dudas de que pudiera volver a jugar. Dos apuestas arriesgadas que salieron bien. 

Denver se convierte en uno de los equipos que han sido alguna vez campeones de la NBA y lo han hecho en sus primeras Finales, siguiendo la estela de los San Antonio Spurs en unas Finales que tienen muchos paralelismos entre las dos: ambos equipos venían de la ABA, para los dos eran las primeras finales de Líga y se enfrentaban al octavo clasificado de la Conferencia Este. Hasta el resultado, 4-1, ha sido el mismo. 

 

¡Jugón!
 

Las próximas temporadas dirán si estamos ante una dinastía, entendiendo como tal aquellos equipos capaces de ganar varias veces en un período de cuatro o cinco años. Tengo dudas, porque en la Conferencia Oeste están habiendo movimientos interesantes que veremos cómo dejan el escalafón, pero también porque, sobre el papel, los equipos favoritos del Este tienen armas más que suficientes para ganar las Finales (aunque también habrá que ver cómo encajan los Celtics la baja de Smart y el ingreso de Porzingis, y cómo van a mejorar los Bucks su equipo, que se ha demostrado corto en los últimos dos años). Pero se han convertido en un ejemplo para esas franquicias que buscan construir desde el draft y que huyen del dispendio y de la unión de estrellas que, muchas más veces que las que pensamos, no aseguran el título.

Comienza también el debate de si Jokic es ya el mejor jugador europeo de siempre. Creo que está cerca, pero que todavía no se puede decir eso. Para mí, todavía Dirk Nowitzki está por encima, aunque por muy poquito. Y si ampliamos el marco para incluir baloncesto NBA y baloncesto FIBA, no solo Nowitkzki sino Pau Gasol y Toni Parker le pueden discutir algo. Es muy probable que en dos o tres años me tenga que comer mis palabras, no obstante, porque el tipo me cae bien. Es esa clase de jugador que tiene claro que la vida no gira alrededor del baloncesto y que, pase lo que pase hoy, mañana seguirá saliendo el sol. Un tipo que tiene la suerte de trabajar en lo que le gusta y lo sabe, pero que no deja que la espiral le atrape. Un tipo con una personalidad diferente y fresca. A lo mejor Doncic tiene algo que aprender aquí.

Me gusta este campeón y le deseo que se mantengan competitivos en el Oeste. No puedo desearles más, porque sueño con que los Celtics cuelguen de una vez la 18ª bandera en el techo del Garden, por lo menos.

4 de junio de 2023

Quo vadis, Boston?

Otro cierre de temporada para los arrogantes verdes que supone una desilusión para sus aficionados. Pero, además, en esta ocasión es posible abrir unos interrogantes sobre el futuro inmediato de la franquicia, algunos de los cuales pueden resultar muy dolorosos. 

Después de haber estado el año pasado en las Finales, desperdiciando un 2-1 a favor y ventaja apreciable en el tercer cuarto del cuarto partido, la temporada 22-23 se abría con un optimismo moderado. Brad Stevens supo añadir a Danilo Gallinari y a Malcolm Brogdon para añadir un fondo de armario que se antojó demasiado corto el curso anterior y Robert Williams podría estar otra vez en unas condiciones físicas adecuadas tras pasar por el quirófano. 

La salida de Ime Udoka por supuesto acoso a una empleada de la franquicia fue un golpe inesperado. La elección lógica hubiera sido Will Hardy, pero pocos días antes había obtenido permiso para negociar con Utah y cerrado una merecida oportunidad como entrenador jefe en la franquicia mormona, así que el escalafón corrió un puesto más hasta Joe Mazzulla. Los Celtics, alabados por la rápida y fulminante gestión del incidente, se veían con un entrenador novato en una temporada de búsqueda de gloria. 

La temporada regular se saldó con momentos brillantísimos, sobre todo al inicio, llegando a un 21-5 que prometía grandes cosas. También hubo momentos de aviso, de desconexión del equipo y alguna racha con alguna derrota de más. Al final, 57-25 y el segundo puesto del Este y de la Liga, tras los Bucks. Bastante bien, sobre todo habiendo ganado el factor cancha a todos los rivales del Oeste. 

 

¿Pueden estos tres llegar al siguiente nivel?

Las eliminatorias fueron bastante peor. Desde el 4-2 a un equipo de Atlanta bastante limitado que debía haber sido barrido, al 4-3 a Philadelphia que necesitó ganar un sexto fuera de casa y un partido de más de cincuenta puntos de Tatum. Muchas dificultades, demasiadas derrotas en casa, pero una sensación de que estos Celtics iban al trán-trán y que iban a barrer a sus rivales en las eliminatorias finales. 

No fue así. De hecho, Miami Heat se puso 0-3 en las eliminatorias finales del Este (Miami había vencido previamente 4-1 a Bucks y 4-2 a Knicks, después de perder el primer partido del Play-in y llegar a ir perdiendo por más de diez puntos en el segundo, al borde de la eliminación). 

Nadie había remontado un 3-0 en contra (150-0 en la historia) y la sensación era de debacle total. Los mismos que se habían pasado la temporada diciendo que Boston era de lejos el mejor equipo, ahora los calificaban de poco más de ser una banda. Mientras, el equipo ganaba el cuarto, el quinto y el sexto partidos, dos de ellos fuera de casa y el último gracias a un palmeo de Derrick White a una décima del final. Un golpe moral que se suponía definitivo, con la oportunidad de ganar un séptimo fuera de casa y hacer historia. 

Tampoco fue así. 151-0 es el récord actual de eliminatorias que empiezan 3-0. El último partido en casa comenzó con una lesión de Tatum que sin duda marcó el devenir del encuentro. Brown no estuvo a la altura, Brogdon apenas jugó en toda la serie... Solo Derrick White sostuvo el orgullo verde. El resultado 84-103 habla por sí solo. Dominados en el factor mental, con un registro 5-6 en los partidos en casa durante las eliminatorias, hablan de las dificultades en un camino que no debería haberlos sido (Boston se ha enfrentado con el octavo, el séptimo y el tercero). 

 

Urge un repuesto para Horford que reduzca su minutaje


La remontada hasta el 3-3, que solo ha ocurrido cuatro veces en toda la historia, ha servido por lo menos para acallar las voces que pedían ya a gritos dinamitar el proyecto. Pero no se puede negar que la franquicia se enfrenta a un verano que requiere respuestas. 

El equipo ha disputado cinco finales de conferencia en los últimos siete años. Digno de mención, sin duda, pero el récord es 1-4. Y la vez que se ha conseguido llegar a las Finales, se desperdicia una oportunidad de oro para subir la bandera nº18 al techo del Garden. 

O sea que el equipo es competitivo, pero le falta algo para llegar al último escalón, y por el motivo que sea no se está consiguiendo dar con la tecla y puede que sea el momento de hacer retoques...

Lo primero será decidir qué hacer con Jaylen Brown. Da la sensación de que la relación no es la mejor y no me extraña porque tiene que estar aburrido de aparecer en todas las quinielas de traspaso cuando se mueve alguna superestrella en el mercado. Viene de hacer su mejor temporada regular y se ha ganado el derecho a cobrar una morterada al ser elegido en el segundo quinteto de la Liga, pero también su rendimiento ha caído estrepitosamente en las eliminatorias y ahora se pone el foco en su compromiso y en su capacidad de tirar del equipo (injustamente, porque hay que recordar que el año pasado fue exactamente al contrario y se puede decir que fue el mejor celta de las Finales). 

¿Es suficiente para darle 300 millones a partir de 2024? ¿Con otros 300 y pico que habría que darle a Tatum en 2025? La Liga ha endurecido las condiciones a los equipos que superan el impuesto de lujo y parece que no hay hueco para dos contratos supermáximos en el mismo equipo. Está fuera de discusión dárselo a Tatum, que tiene un techo mucho más alto que Brown, así que Jaylen debería tener un contrato a la baja, pero ¿lo aceptará? Lo dudo, así que habría que traspasarlo e intentar sacar la mayor tajada posible. Lo que no será sostenible es gastarse casi el 70% del límite salarial en dos jugadores.

 

No vale un supermáximo, sobre todo si se lo das a Tatum

Por otro lado, el juego interior ha tenido bastantes problemas. Al Horford ya tiene 37 años y se le han visto las costuras en las eliminatorias y la cuesta abajo no va a tener fin. Robert Williams no ha estado físicamente bien apenas en ningún momento de la temporada y no se sabe si alguna vez podrá demostrar todo lo que tiene dentro. Es urgente reforzar este puesto con un jugador que pueda ser titular dado el caso. Los tiempos de parches como Griffin, Kornet o Muscala han terminado. Grant Williams debería volver a tener un papel importante en la rotación, aunque tenga limitaciones físicas y de altura.  

Boston carece de un generador de juego. Ni White, Smart o Brogdon lo son de forma consistente y en demasiadas ocasiones el ataque colapsa en unos contra unos y tripes sin sentido. Ha sido uno de los peores equipos en el clutch, tanto en liga regular como en play offs.

El fondo de armario ha seguido siendo un problema en el año en que parecía que se habían solventado los problemas. Al final Mazzulla ha reducido la rotación a seis jugadores y medio, por obligación (lesiones de Gallinari y Brogdon al final) y también por elección (Pritchard, Hauser y, sobre todo, Williams). No es sostenible en eliminatorias largas, porque el equipo tampoco ha sido capaz de cerrarlas por la vía rápida. 

 

El peso de la historia

 

Por último, hay que pensarse si Mazzulla es el hombre adecuado para llevar el timón. Ha dado la sensación de haber perdido el control del vestuario y parece haberse beneficiado de la inercia de un proyecto encarrilado. En una postemporada que había estado repleta de grandes nombres, podía haber sido el momento de rascarse el bolsillo y fichar a uno de ellos. No creo que eso ocurra, ya que los más destacados han sido ya fichados mientras Boston agonizaba en la final de conferencia y porque Brad Stevens apostó por él y seguramente le dará una nueva oportunidad. 

Todos los puntos anteriores tendrán difícil solución. El tema de romper la pareja Brown-Tatum va a dar seguro que hablar, porque son todavía muy jóvenes. Aunque la sensación de que el proyecto ha tocado techo si no se hacen retoques, ha sido muy fuerte. Veremos qué se le ocurre al bueno de Brad, pero tres finales y un título desde 1986 se antoja demasiado poco para esta franquicia. 

El hueco en el techo del Garden espera decisiones valientes.

15 de abril de 2023

Camisetas en pabellones y salones de la fama

Hace unas pocas semanas se vivieron dos hechos históricos para el baloncesto español, protagonizados ambos por el mismo personaje: Pau Gasol. 

Con apenas unas fechas de diferencia, la camiseta con su número 16 fue elevada a lo más alto del techo del pabellón de Los Ángeles Lakers y Pau fue seleccionado para formar parte de la clase de 2023 en el Salón de la Fama de Springfield, el Olimpo al que acceden los mitos del baloncesto NBA. 

 

 

No sabría decir el orden de importancia entre ambos hitos. Supongo que eso dependerá de lo que cada uno de nosotros considere. 

El primero de ellos es relevante porque la retirada de la camiseta la realiza una de las franquicias más reconocibles en todo el mundo, histórica y en la actualidad empatada en número de títulos con sus archienemigos Boston Celtics. 

Añadiría también que los Lakers no se caracterizan por retirar las camisetas a puñados. Basta decir que jugadores tan importantes en diferents títulos de la franquicia como Byron Scott, Derek Fisher o Lamar Odom no tienen la camiseta retirada ni parece que la tengan. Se puede discutir la relevancia de cada uno de ellos en los titulos o en el juego durante su estancia en los Lakers, ya que ninguno de ellos ha sido indiscutible segunda espada del equipo como Gasol, pero no es menos cierto que Gail Goodrich tiene la camiseta retirada y su mayor contribución a la franquicia podría ser su traspaso a los Jazz en el ocaso de su carrera a cambio del pick que llevaría a Magic Johnson a los Lakers en 1979.  

 


 

Lo que contribuiría a rebajar el nivel de este hecho puede ser que no se trata de un homenaje global sino parcial, de una franquicia en la que hay que reconocer que el jugador pasó sólo alrededor de seis años y tuvo alguna temporada a un nivel bastante discutible, si bien quizá no por su culpa sino de la utilización que de él hizo Mike D´Antoni, casi como los Lakers tras el título de 2010. 

Por eso, personalmente elegiría la selección como Hall of Famer de Pau como el logro más importante a título individual conseguido por un jugador español en la NBA. 

La elección en la primera oportunidad de Pau para formar parte de tan selecto club, no es algo baladí. Hay jugadores con una carrera por lo menos comparable que todavía no han sido elegidos, a la vez que nombres ilustres del pasado tampoco lo han conseguido todavía. Otros han entrado muchos años después de su retirada, como Toni Kukoc (2021), Bob Dandridge (2021), Paul Westphal (2019), Jack Sikma (2019), Sidney Moncrief (2019) y un largo etcétera. 

 

 

Si al mismo tiempo ponemos en valor el grupo de elegidos en 2023, con Becky Hammon, Tony Parker, Dwayne Wade o Dirk Nowitzki, que han acompañado a Pau en su selección, la cosa toma un color claro. 

En cualquier caso, estemos orgullosos de los logros conseguidos por el que es, sin duda, el mejor jugador español de la historia y uno de los jugadores más dominantes en el baloncesto FIBA que se haya calzado las botas alguna vez. 

Estamos ante el colofón brillante a una carrera de 20 años, no solo larga sino de un nivel deslumbrante hasta por lo menos 2017 y que solo las lesiones fueron capaces de precipitar a un final abrupto e indeseado por todos.