28 de abril de 2012

Cerca de las estrellas

¿Te acuerdas, hace más de veinte años, allá por 1988? La tele solo tenía dos canales y al segundo la gente lo llamaba UHF. Todavía quedaba mucho para llegar a La2. 

En aquella época, Butanito estaba en Antena3 Radio y hacía un carrusel de baloncesto con la liga ACB los sábados por la tarde. Estaban, entre otros, Andres Montes y Siro López. Recuerdo que cada triple iba acompañado por una musiquita y una especie de mantra "Super cinco estrellas", y luego el mensaje del patrocinador, Mahou. Entonces era más fácil, claro. Un triple era como un penal en el fútbol.

Pues en esa misma época, en la UHF, salía un señor con poco pelo y barba en un programa de baloncesto que se llamaba Cerca de las estrellas. El señor era Ramón Trecet y el baloncesto era la NBA. En aquellos tiempos, las siglas NBA eran casi desconocidas en España y apenas se veían partidos. Únicamente algunos trozos y después de semanas de que hubieran sucedido. Noticias frescas, que se dice. Igualito que ahora, vamos.

Así que Cerca de las estrellas fue todo un descubrimiento. Aunque hubiera que esperar al viernes, a altas horas de la madrugada y con bastante poco respeto por parte de la cadena, que anunciaba el programa, digamos a medianoche y lo emitía bien pasada la una de la madrugada. 

Tampoco es que emitieran en riguroso directo. Ponían el partido más interesante de la semana, a juicio del gurú Trecet, y lo comentaba él mismo con su particular estilo, mucho antes que Andrés Montes, por ejemplo. Ramón era otro que vendía el muñeco con soltura, y además fue pionero.

Antes del partido, en estudio, comentaba algunas cosicas de la semana y luego pasaba al partido. Estaba solo o en compañía de otros (como dice la famosa sentencia del crimen de los Urquijo), sospechosos habituales como Vicente Salaner o Esteban Gómez (qué soso era este tío). 

Luego llegaban las finales y ahí sí que las ponían en directo. Incluso mandaban al bueno de Ramón a Estados Unidos, en un alarde que era de agradecer. Así vi el repeat de los Lakers en el 88 y los dos títulos de los Pistons en 89 y 90, el primer triplete de Jordan y los dos títulos de los Rockets en 94 y 95. Hasta ahí, porque luego los derechos de la NBA pasaron a Canal + y llegaron Montes y Daimiel.

Ramón es un personaje peculiar, con amplia cultura y diversas aficiones (baloncesto, rugby, música, las polillas zurdas del Canadá - para esto hay que revisionar las narraciones en el último Eurobasket) y bastantes manías y rarezas, presumo. Pero marcó una época y acercó un baloncesto que entonces estaba a años luz del baloncesto FIBA y lo hizo cercano y habitual para el aficionado medio. 

Ramón Trecet y Gigantes del Basket. Dos pilares en tiempos remotos. 

Para el recuerdo, esta pataleta gloriosa en directo en un partido de la ACB y la primera cabecera del programa.

Ramón, ¡qué crack!


 




15 de abril de 2012

Una vida con la selección - Moscú 80

El Equipo Nacional se había renovado el año anterior, con jugadores como Llorente, Epi o Itu, y se iniciaba lo que parecía una vuelta a los lugares, si no de privilegio, de honor. Se volvía a competir, en ocasiones más que dignamente, con lo más granado del baloncesto europeo.

En 1980 se celebraban los Juegos Olímpicos en Moscú. Para competir, primero había que clasificarse en un exigente torneo Preolímpico que tuvo lugar en Lucerna (Suiza). España llevó una selección que formaban Brabender, Llorente, Indio Díaz, Margall, Flores, Romay, Santillana, Corbalán, Rullán, De la Cruz, Solozábal y Epi. Todos a las órdenes del incombustible Antonio Díaz - Miguel. En la fase de grupos había dado buena cuenta de Hungría (97-50), Gran Bretaña (125-63), Polonia (107-81) y Finlandia (107-92), marcadores contundentes que reflejaban la vistosidad del juego de entonces, particularmente de España.


Participaron en la fase final Italia, Checoslovaquia, Francia, Israel, la República Federal de Alemania, Suecia y Polonia, que junto con España competirían por los tres puestos en juego para el continente Europeo. 

España, tras victorias ante Francia (103-100), Israel, subcampeona de Europa el año anterior (100-89), Alemania (85-59) y tres derrotas ante Suecia (86-87), Checoslovaquia (68-70) e Italia (79-93) necesitó la victoria que arrastraba con Polonia para finalmente quedar tercera y haber ganado el desempate a Francia. 

La conclusión es que España estaba en los Juegos, sí, pero con bastantes dificultades. El cuadro de participantes lo completaban Egipto, Puerto Rico, Canadá, Argentina, China, Australia, Yugoslavia, URSS y EEUU.

Ya se sabe que los Juegos Olímpicos de Moscú han pasado a la historia, además de por el osito Misha y la ceja de Brezhnev, por el boicot impuesto por Estados Unidos y sus Aliados. Eran tiempos de la Guerra Fría y no podía permitirse que unos Juegos celebrados por el enemigo fueran un éxito internacional. 

Muchos países renunciaron a participar y otros lo hicieron bajo bandera olímpica (España entre ellos). Eso significó, en la competición de baloncesto, la retirada de Egipto, Puerto Rico, Canadá, Argentina, China y los Estados Unidos. Fueron sustituidos por Senegal, Brasil, Cuba, India, Suecia y Francia, por lo que la competición quedó reducida más bien a un Eurobasket (siete participantes de doce venían de este continente) con el aderezo de varias selecciones menores. Descafeinado, vamos.

El mecanismo de competición indicaba que se dividirían los equipos en tres grupos, pasando a la siguiente fase los dos primeros. Los seis equipos resultantes, integraban un grupo de seis selecciones que jugarían entre sí, arrastrándose los resultados de la primera fase. Los dos primeros de este grupo jugarían directamente la final, mientras que el tercer y el cuarto equipo lucharían por la medalla de bronce.

El grupo A lo formaban la URSS, Brasil, Checoslovaquia e India. Los soviéticos vencieron uno tras otro a sus rivales, quedando indiscutiblemente primeros de grupo. Brasil venció a Checoslovaquia en el duelo por la segunda posición. India, como se esperaba, fue una mera comparsa, perdiendo los tres partidos por más de 65 puntos de media.

Alexander Belostenny
El grupo B lo formaban Yugoslavia, España, Polonia y Senegal. El Equipo Nacional cumplió venciendo a Polonia de nuevo con autoridad (104-81) y a Senegal (94-65) y ganó la segunda plaza tras competir en el partido contra los plavi, a pesar de la derrota (91-95) y acompañándolos a la fase final. 

El grupo C fue el más competido, con un triple empate entre Italia, Cuba y Australia. Los duelos entre los tres reflejaban un balance de 1-1 para todos, así que hubo que pasar al siguiente criterio de desempante, el coeficiente entre ellos. Esto arrojó un nuevo empate (todos los partidos se habían resuelto por 7 puntos de diferencia). Suecia se convirtió entonces en el juez del grupo. El equipo que hubiera ganado a los suecos por menos diferencia, quedaría fuera de la competición. El orden sería: Italia (+15), Cuba (+12) y Australia (+9).



La segunda fase la encabezarían los plavi, con un record impoluto que incluía una victoria frente a los anfitriones soviéticos (101-91). Una segunda derrota contra Italia (85-87) dejaría fuera a la URSS de la final, que jugarían los transalpinos en una de las sorpresas más importantes del baloncesto moderno.

España haría valer su victoria ante Brasil (110-81) para colocarse cuarta con un balance de 3-2, con victoria ante Cuba (96-95) y derrotas ante soviéticos (81-102) e italianos (89-95). Jugaría entonces por la medalla de bronce, siendo el mejor resultado de siempre en unos Juegos Olímpicos.

Ese partido tendría poca historia. Los soviéticos, obligados a ganar para mantener su maltrecho honor, no dieron cuartel y aplastaron a los españoles por un tremendo 74-117. España, contenta de haber hecho Historia.

La final sí estuvo un poco más apretada, pero los plavi hicieron valer su favoritismo y vencieron 86-77 a los italianos.

Parafraseando a Phil Jackson, a esta cuarta plaza española habría que ponerla un asterisco, ya que  además de que acompañó la suerte (desempate ganado en el Preolímpico, desempate ganado en la segunda fase, victoria ante Cuba por un punto de diferencia...) al menos Estados Unidos y quizá Canadá tenían potencial para quedar por delante si hubieran participado. No obstante, se veía una progresión que no tardaría en hacer disipar las dudas.

El osito Mish
Los plavi formaron con figuras como Knego, Kikanovic, Jerkov, Slavnic, Cosic, Dalipagic y Delibasic, que mantenían la hegemonía de su baloncesto desde inicio de la década.

Italia tenía nombres como Bonamico, Meneghin, Vilalta, Vecchiato, Marzorati, Saccheti, Brunamonti o el nacionalizado Mike Sylvester.

Los soviéticos habían llevado un equipo impresionante con Eremin, Miloserdov, Tarakanov, Lopatov, Belov, Tkachenko, Iovaisha, Mishkin o Belostenny, Casi nada.

Los responsables en España fueron: Brabender, Llorente, Sibilio, Margall, Flores, Romay, Santillana, Corbalán, Solozábal, De la Cruz, Itu y Epi.



Como anécdota, Epi disfrutó de un permiso especial para retrasar su incorporación a filas. Le tocaba hacer la mili, pero se le permitió participar en los Juegos Olímpicos. Luego llegaron tres más para un total de cuatro, record que puede igualar este año otro mito como Juan Carlos Navarro.


1 de abril de 2012

El señor de los anillos

Si Wilt Chamberlain es el prototipo de jugador ofensivo, Bill Russell es el jugador de equipo por excelencia. Un líder que ayudó a cimentar la mistica de mis idolatrados Boston Celtics, aplicando las aptitudes de cada uno al éxito del colectivo. 

Este señor, que medía apenas 2.06 (poco en la actualidad, pero bastante aceptable en los sesenta) y pesaba poco más de cien kilejos, se enfrentó a bestias de la naturaleza como Bob Petitt o Wilt Chamberlain y los superó ampliamente. Se llevó 11 títulos en una carrera de 13 años, los dos últimos como jugador-entrenador. Vamos, que tiene más anillos que dedos en las manos. 

El señor de los anillos


Y lo hizo a base de sacrificio, de defensa. Dio a los Celtics, que antes de su llegada eran un equipo ofensivo y atractivo de ver pero que no llegaban demasiado lejos (como los Suns, por ejemplo) una solidez defensiva espectacular que les permitió llegar lejos, muy lejos. 

Casi mil partidos en su carrera, con medias de 15.1 ppp, 22.5 rpp y 4.3 app en 42,3 minutos de juego por noche. Hay que decir que su media de rebotes es ligeramente inferior a la de Chamberlain, pero fue más estable a través de los años. Y que si se hubiesen contabilizado los tapones, probablemente estaría entre los máximos fabricantes de gorros de la historia de la NBA. 

Pero es que, además, sus medias en playoffs subieron a 45,4 minutos, para 16.2 ppp, 24.9 rpp y 4.7 app en 165 partidos. Las estrellas de verdad no solo rinden en la temporada, sino que durante las eliminatorias por el título hacen subir sus prestaciones en beneficio del equipo. Aquí tenemos una muestra más. 

Duelo en las alturas I: Russell - Chamberlain


Su palmarés, de vértigo: campeón olímpico en Melbourne 1956, 11 veces campeón de la NBA, 12 veces All-Star, 5 veces MVP de la NBA, 1 vez MVP del All-Star, 4 veces máximo reboteador...

Duelo en las alturas II: Russell - Chamberlain
 

Aparte de tener curiosas teorías que le ayudaban a mantener una superioridad psicológica sobre sus adversarios, como que el 80% de los rebotes se cogen por debajo del aro (en mi caso es el 100%), así que no hay que ser un superdotado físico para cogerlos, sino querer cogerlos.  Era capaz además de perdonar a un rival y no ensañarse con él taponándole continuamente porque no quería que cambiara su tiro... Era un crack, vamos.