21 de febrero de 2016

Un All-Star de pandereta

¡Primera entrada del año en el blog!

Lo tengo muy abandonado, la verdad. De un tiempo a esta parte me está costando horrores encontrar algo sobre lo que escribir y más aún encontrar tiempo y ganas. Aún así, y con retraso, me apetece verter algunas reflexiones en este cajón desastre que es Veinticuatro segundos.

El lunes pasado pude ver en diferido el último cuarto del Partido de las Estrellas. De risa, amigos. Un resultado de 196 - 173 es para echarse a temblar. Defensas inexistentes, continuos tiros de tres, 1 vs 1, alley-oops... Visualmente es la leche, baloncestísticamente una mierda. 

Puedo meter 37 puntos en un cuarto

Ahí llegaba Paul George con la posibilidad de hacerse con el record de anotación del mítico Wilt Chamberlain, que lo dejó en 42 puntos hace más de cincuenta años. Hubiera sido un chiste que George batiera el record en un partido así, una falta de respeto a los gigantes que han construido los cimientos de lo que hoy es la NBA. Menos mal que en el Oeste entrenaba un old-school como Greg Popovich, que ordenó una defensa de 2 vs 1 en el último minuto contra el de Indiana. Menos mal que había alguien en todo ese circo que respetaba los principios del juego. 

Y menos mal que ya no lo ponen en abierto y no tengo tentaciones de trasnochar, porque para ver eso me quedo en la cama. En los años ochenta y en los noventa también había momentos lúdicos, pero en el último cuarto todos se ponían el mono de trabajo y podías ver a los mejores jugadores del planeta intentando ganar un partido maravilloso.  

Concurso histórico

A este partido nos había llevado el de los jugadores USA contra el resto del mundo (esto ya lleva unos años siendo una broma) y un tío de 2,13 ganando el concurso de habilidades y Klay Thompson llevándose el concurso de triples con un carro final perfecto, en el que todos los balones valían doble.

Pero por lo que recordaré este año es por el mejor mate de la historia de los concursos. Aaron Gordon tenía que haber ganado, pero no pudo ser. Para el recuerdo, un salto que le hubiera valido el bronce en los JJOO de Londres y en el que permaneció en el aire durante 97 centésimas de segundo. 

I believe I could fly