24 de junio de 2015

Guerreros virtuosos

Me está costando un poco actualizar este blog, la verdad, así que la actualidad me desborda. Hoy vengo a comentar una noticia rabiosa: el triunfo de Golden State Warriors en las finales de la NBA 2015. Pasó ayer, como si dijéramos...

No he podido seguir las series finales como hubiera querido. Desde que Timocable me retiró Sportmania de un día para otro, me he quedado huérfano de NBA (y de Euroliga también), pero he hecho lo que he podido con la página oficial y con los periódicos deportivos. 

El resultado final, 4-2, no refleja la superioridad de Golden State, pero sí refleja lo que es la victoria de un equipo frente a las individualidades. 

Vale que a los Cavs se le puso todo cuesta arriba: la lesión de Love en la eliminatoria frente a los Celtics se sumó a la posterior de Irving. O sea, que fue una reedición de las finales de 2007, LeBron frente al mundo. 

Cinco guerreros

O no tanto. A pesar de que ha firmado números de otra época (matizados, que no es oro todo lo que reluce), ha tenido ayuda inesperada de Mozgov y de Tristan Thompson. Vale que JR Smith colapsó, que el efecto Dellavedova duró poco y que el banquillo de los Cavs es de broma, pero LeBron no puede decir que estuvo solo. 

Analicemos un poco al rey: 38 tiros en el primer partido (18 canastas), 35 en el segundo (11 canastas, con victoria y triple doble), 34 en el tercero (14 canastas, victoria y dos asistencias menos del triple doble), 22 en el cuarto (7 canastas), 34 en el quinto (15 canastas y triple doble) y 33  en el sexto (13 canastas, 18 rebotes y 9 asistencias). Pudo ir a triple doble por partido, pero sus porcentajes de tiro... (acumulado 78 de 196)... Podríamos decir que él pensaba que estaba solo. 

Enfrente, a pesar de tener al MVP de la temporada, Stephen Curry, se encontraba un equipo que, además de jugar bonito, se sabía superior a los Cavs. Un equipo que se sobrepuso al mazazo del 2-1 en contra y que ganó merecidamente el anillo al ganar los tres partidos siguientes. 

Daimiel, ¿por qué todos los jugones sonríen igual?


Miremos ahora al banquillo: David Blatt ha sido una broma en la NBA. No solo en las finales, superado con claridad por el también novato Steve Kerr, sino durante muchas fases de la temporada. El equipo solo ha jugado cuando LeBron ha estado a su nivel. No ha sabido integrar a Kevin Love ni sacar partido, por pequeño que fuera, a su pobre banquillo. 

Steve Kerr, por su parte, supo variar un planteamiento que no le estaba favoreciendo: dejó de jugar con Bogut como referente interior (prácticamente inédito en los tres últimos partidos de la serie), sacrificando el rebote frente al mediocre juego interior de los Cavs, para dar muchos minutos a Iguodala que, además de defender a LeBron con dignidad, se hizo grande hasta liderar en ataque y ganar un merecido MVP de las finales. Vale que la idea no fue suya, pero Kerr tuvo la valentía de aceptar la propuesta de su equipo técnico. A veces, la madera de un líder se ve en estos detalles. 

Un apunte personal: cuando comencé a saber algo de la NBA, los Warriors eran un equipo hundido en la clasificación de la Liga. Luego llegó Nelson con el Run TMC y Manute Bol tirando triples, lo que hacía de ellos un equipo simpático. Después, el Yes We Can con el que eliminaron a Dallas en los últimos fulgores de Baron Davis. Hoy son campeones de la NBA con un juego que gusta ver y con un par de francotiradores (Curry y Thompson) como Kerr lo fue en su día. Me alegro por ellos.

¡Campeones!

6 de junio de 2015

Una vida con la Selección - Eurobasket ´97

El año 1996 nos dejó los Juegos Olímpicos de Atlanta y una final en la que Yugoslavia plantó cara al Dream Team II durante casi quince minutos, lo máximo que se habia conseguido hasta entonces.

Nuestra Selección se pasó el año en blanco por la debacle del Eurobasket de 1995, así que este año de 1997, con el campeonato celebrándose en casa, debería ser el preludio de la resurrección. No fue exactamente así...

Las dieciséis selecciones participantes se dividieron, como era habitual, en grupos de cuatro de los que se clasificaban tres que se cruzaban con otro grupo manteniéndose los resultados propios. Vamos, que era relativamente sencillo para clasificarse al menos hasta cuartos de final y a partir de ahí...

El objetivo, asegurar al menos la plaza para el Mundobasket a celebrarse el año siguiente en Grecia y volver a competir en la élite del baloncesto mundial. 

El grupo A lo dominó Grecia que, tras un primer partido plácido frente a Ucrania (+22) solo pudo ganar por una canasta a Rusia y Turquía, que fueron sus acompañantes a la siguiente fase. Bosnia, con tres derrotas por un margen inferior a diez puntos, se quedó fuera. 

El grupo B lo dominó Lituania por delante de una sorprendente Israel y su estrella, Oded Katash, y de Francia. Eslovenia no fue capaz de ganar ni un partido. 

El grupo C lo ganó sorprendentemente Italia, que venció a Yugoslavia en el duelo directo (74-69), con algún apuro a Letonia (+5) y con algo más de comodidad a Polonia (+15). Los plavi fueron segundos mientra que Polonia hizo valer su victoria ante Letonia a pesar de su contundente derrota ante los transalpinos y los balcánicos (-37). 

En el grupo D, España cumplió venciendo a Ucrania (82-54), una disminuida Croacia (78-71) y Alemania (67-59). El triple empate se resolvió a favor de croatas y alemanes. Las sensaciones del grupo no eran del todo malas, pero tampoco para tirar cohetes. 


Todo a cámara lenta, calidad a raudales

Los grupos A y B convergieron en el E, en el que Grecia ganó sus tres partidos por márgenes muy ajustados pero manteniendo un balance de 6-0 y la primera posición del grupo. Rusia, Turquía y Lituania fueron, por ese orden los otros equipos clasificados. Israel se desfondó y no fue capaz de ganar un partido más, al igual que Francia que no había dado buenas sensaciones desde el principio.

Los grupos C y D se juntaron en el F, en el que tanto Italia como Yugoslavia ganaron sus tres partidos. La sorprendente Polonia ganó dos (a Croacia 77-76 y a Alemania 86-76) y se clasificó como cuarta del grupo. La tercera plaza fue para España que compitió contra Italia (derrota 60-63) y Yugoslavia (derrota 70-79) pero venció con solvencia a Polonia en la única derrota de los polacos en esta segunda fase (104-61). El cruce de cuartos se presentaba entre un mar de dudas y alguna que otra esperanza para los españoles.

Grecia e Italia se clasificaron con rotundidad para semifinales, venciendo a polacos (72-62) y turcos (66-43). Lo mismo hizo Yugoslavia con Lituania (75-60) en un partido totalmente diferente a la vibrante final que ambos combinados habían ofrecido un par de años atrás. 

El guión para España fue el mismo que el de los últimos campeonatos, perdiendo contra Rusia (70-67) después de mantener una cómoda ventaja en la primera parte. Los 21 puntos de Fetisov, los 15 de Mikhailov y los 14 de Karasev fueron demasiado para los 17 de Orenga, los 12 de Smith (con 7 rebotes y 3 asistencias) y los 10 de Herreros, estando el resto de jugadores muy desdibujado. Con todo, al final España tuvo un último balón para empatar, pero el triple de Smith acabó siendo escupido por el aro. No recuerdo muy bien por qué tuvo que acabar él tirando ese tiro y no Herreros o Angulo, por poner dos ejemplos, pero por lo menos tuvo la valentía de hacerlo en un tiempo en que esta escaseaba en el combinado nacional. 

Apeado el anfitrión de la lucha, el resto de eliminatorias transcurrió como estaba previsto: Yugoslavia venció a Grecia (88-80) con un gran partido de Bodiroga (22+6+5) y Danilovic (20) en una noche aciaga de Djordjevic. En el otro lado del cuadro, Italia remontó a Rusia (67-65) con 19 puntos de Myers, 14+10 de Marconato y 13 de Fucka.

El detective de Hotel, lo dio todo por España


La final fue una muestra del paupérrimo baloncesto jugado en el campeonato, con un resultado fnal (63-49 para los plavi) que no hace justicia a la calidad que ambos equipos atesoraban. Eran los tiempos del basket-control. Los felices años ochenta habían quedado atrás. 

Los chicos de Lolo Sainz se repusieron al mazazo de los cuartos de final venciendo a Turquía (86-81 con 18 puntos de Herreros, 15+9 de Reyes y 17 de Ferrán) en un partido en el que se dominó el rebote con claridad (31-11) y a Lituania por el quinto puesto en un partido vibrante (94-93) con 20 puntos de Herreros, 17 de Angulo y 19+6 de Ferrán. Así que, por lo menos, el objetivo se había logrado  al año siguiente se participaría en el Mundobasket. Magro consuelo, aunque probablemente las expectativas eran demasiado altas para la calidad del grupo, lo que por entonces solía ser algo habitual. 

Por Yugoslavia participaron nombres conocidos como Bodiroga, Danilovic, Obradovic, Loncar, Djordjevic (algo gris su campeonato), Rebraca, Tomasevic o Beric. 

Por Italia, además de Myers, Fucka y Marconato, los Abbio, Coldebella, Pittis, Galanda, Frosini o el nacionalizado de 36 años Dan Gay.

El bronce fue para Grecia, con un equipo plagado de desconocidos además de los Sigalas, Rentzias, Ekonomou, Alvertis, Papanikolau o Christodoulou. 

En el resto de selecciones había nombres como el bosnio Mujezinovic, los croatas Alanovic, Giricek, Kovacic, Sesar, Rimac o Prkacin, los franceses Julian, Bonato, Thierry Gadou, Risacher, Foirest o Sciarra, los alemanes Rödl, Harnisch, Femerling u Okulaja, el israelí Katash, los lituanos Karnisovas (la estrella de los bálticos), Jasikevicius, Stombergas, Zukauskas, Timinskas o Einikis (gran campeonato el suyo), el polaco Wojcik, los turcos Turckan, Besok, Kutluay o Sarica, los rusos Koudelin, Panov, Nosov, Mikhailov, Fetisov o Karasev y los eslovenos Alibegovic, Nesterovic, Milic o Zdovc.

Solo destellos, nunca cristalizó lo que prometía


Pero tal cantidad de estrellas europeas no pudo elevar el nivel de juego, verdaderamente lamentable en algunos partidos. 

Los doce españoles participantes fueron Esteller, Angulo (9 puntos en 16 minutos), los hermanos Jofresa, Orenga, Nacho Rodríguez, Mike Smith (en su segundo y último campeonato y de los pocos que dio la cara ante Rusia en cuartos de final), Herreros, Paraíso, Ferrán Martínez (que puso de manifiesto tanto su capacidad para sumar como su alergia al contacto), Reyes (máximo reboteador pero que hipotecaba al equipo en partidos contra rivales de mucha altura, como en cuartos ante Rusia) y Dueñas (incapaz de marcar diferencias a pesar de sus 2,21 metros). 

Los años de travesía en el desierto continuaban. Las dudas existenciales también. El carácter ganador se había perdido hace años. Las expectativas no eran buenas.