16 de febrero de 2014

Una copa más

Una semana de reflexión para una Copa más... 

Una Copa que además he seguido lo justo: solo vi un rato del partido de cuartos de final del Real Madrid y, por supuesto, la final. 

Una final que sirvió para confirmar que la tendencia ha cambiado: vi a un Barcelona jugando un buen baloncesto, incluso llevando la iniciativa durante muchos minutos del partido, pero sin llegar a ser suficiente, porque a este Madrid es difícil pararlo (en esta temporada, solo el CSKA del cicatero Messina, jugando a 60 puntos, ha sido capaz de ganar a los blancos); este Madrid tiene muchos puntos guardados, esperando el momento de sacarlos a la luz y destrozar el partido con un parcial de escándalo en cinco minutitos de nada. 

El final de la final, épico. Remontada del Barcelona, que tenía el partido perdido. 2+1 de Oleson (al que no quiso... Messina) y canasta doble de Llull a falta de 0,1 segundos. Y, cuidado, que esta canastita de Llull no me hacen replantearme mi opinión: el último balón NO debe ser para Llull; para cualquiera, menos para él. Esta vez salió cara, pero muchas veces sale cruz.

Al Barcelona le pesó también el mal momento de Navarro, el bluff de Nachbar y el bajón de juego de Lorbek (desconocido este último año y medio). Tomic empezó muy bien, pero ya empieza a ser habitual que se desinfle durante los partidos. 

¿El Madrid? Bien, gracias. No necesitó ni un minuto del gigante Mejri ni del canterano Díez. Bastó un partido más que decente de Rudy y Mirotic, la brega constante de Reyes y el genio, también constante, del Chacho. 

Hay que reconocer que gusta ver al Madrid, y que Laso ha sabido mantener los egos en orden. Otro éxito más del pequeñín.

Y otra Copa para la saca.



2 de febrero de 2014

Una vida con la selección - Mundobasket ´90

A pesar de la mala actuación en el Eurobasket del año anterior, España se clasificó para el Mundobasket que se celebró en el verano de 1990 en Argentina. Junto a otras 15 selecciones de todos los continentes, nuestros muchachos trataron de competir con los mejores.

El formato de competición dividía a los participantes en cuatro grupos de cuatro equipos cada uno. Los dos primeros de cada grupo pasaban a la siguiente fase, formándose otros dos grupos en los que los dos primeros equipos se clasificaban para semifinales. El formato era igual para determinar los puestos entre el noveno y el decimosexto. 

En el grupo A se encuadraron Angola, Venezuela, Puerto Rico y Yugoslavia. Partidos muy apretados determinaron que los boricuas fueran primeros de grupo y los plavi los segundos, al perder el enfrentamiento directo por 82-75 en la última jornada y con el billete en la mano. 

El grupo B, con Brasil, Australia, Italia y China, fue el más competido. Las tres primeras selecciones quedaron empatadas a dos victorias, siendo los transalpinos los que quedaran fuera por el coeficiente entre enfrentamientos directos y lastrados por el -16 (109-125) obtenido frente a los brasileños del gran Óscar. 

El grupo D, con Egipto como combinado de piedra tenía a Canadá, Argentina y la Unión Soviética. Los soviéticos fueron líderes indiscutibles y los locales se ganaron el billete al derrotar a Canadá en la segunda jornada. 

Nuestros muchachos quedaron encuadrados en el grupo C junto a Estados Unidos, Grecia y Corea del Sur. Suponiendo que se vencería a los asiáticos y que se perdería frente a los estadounidenses, el partido contra Grecia era EL PARTIDO del campeonato. Efectivamente, los coreanos no fueron rival (130-101) y no se pudo ganar a un mediocre equipo americano (85-95), pero Giannakis y compañía fueron demasiado para los nuestros y nunca dieron opción (93-102). Corea del Sur se llevó la paliza del campeonato (-79 contra los estadounidenses). 

Así las cosas, nuestros jugadores y los medios de comunicación que los acompañaban, tuvieron que volar al exilio de Salta donde quedaba una semana de martirio hasta determinar la posición final. Allí fueron muy superiores a Egipto (+34), China (+44) y la Venezuela de Carl Herrera (+20, partido en el que Villacampa obtendría el record de anotación de la Selección Española, aún vigente). El cruce frente a Canadá fue solventado con un ajustado 84-75. Pero el partido por el noveno puesto sonrió a los italianos, que vencieron a los nuestros por 86-83, en lo que sería un descafeinado duelo latino.

Finalizaba así la participación española con un triste décimo puesto final. Un fracaso en toda regla. 

Las ocho mejores selecciones nacionales formaron el grupo I (Puerto Rico, Estados Unidos, Australia y Argentina) y el grupo II (Yugoslavia, Unión Soviética, Grecia y Brasil). 

Los boricuas repitieron machada venciendo a los estadounidenses (79-81), que además sufrieron ante Argentina (+4) y Australia (+1) para quedar segundos de grupo. En semifinales se las verían con los plavi, que se pusieron las pilas y destrozaron a sus rivales. La otra semifinal vería a soviéticos y boricuas.

Los USA boys no fueron rival para los plavi (99-91) y los puertorriqueños de Ramón Rivas y Piculín Ortíz lo fueron aún menos para los soviéticos (98-82), así que el Mundobasket cerraría con dos duelos continentales.

Los estadounidenses ganarían agónicamente el bronce en la prórroga (107-105), mientras que los plavi arrollaron a los soviéticos 92-75, mostrando la plenitud de una generación todavía muy joven y que debería dar al menos un decenio de dominio del baloncesto mundial. 

Y digo que debería, porque aquella final celebrada en el Luna Park de Buenos Aires, sería la última que jugaría un equipo de la Yugoslavia unida (la del Eurobasket del año siguiente no lo fue, pues Jure Zvdoc no la jugó al haber Eslovenia declarado su independencia antes de jugarse). Fue además el escenario del fin de la amistad de Divac y Petrovic, tal como se relata en el muy recomendable documental Once Brothers (que se puede encontrar en youtube): un aficionado con la bandera croata fue recriminado por Vlade, que acabó además arrebatándole la enseña; Petrovic nunca se lo perdonó y dejaron de hablarse hasta la muerte del último en 1993. 

El final de una generación genial


El Mundobasket fue además el último gran campeonato jugado por universitarios estadounidenses. Se dieron cuenta de que los chavales ya no eran rival para las grandes selecciones del mundo. Si descartamos la paliza a Corea, los partidos de los americanos se decidieron por márgenes inferiores a los diez puntos y un balance 5-2: +8 a Grecia en la prórroga; +10 a España; +4 a Argentina; +1 a Australia; -2 con Puerto Rico; -8 con Yugoslavia; +2 con Puerto Rico en la prórroga.

Los plavi, dirigidos por Ivkovic, formaron con Petrovic, Divac, Kukoc, Paspalj, Savic, Perasovic, Zvdoc, Cutura, Obradovic, Komazec, Curcic y Jovanovic.

Vittorio Gassman y La Pantera Rosa


La Unión Soviética participó con Volkov, Tikhonenko, Sokk, Belostenny, Bazarevich, Vetra, Lopatov (suegro de Kirilenko) o Berezhnoy. Evidentemente, la falta de jugadores lituanos lastró el potencial soviético. 

Por los Estados Unidos, Mourning, Gatling, Laettner, Kenny Anderson, Billy Owens o Doug Smith, dirigidos por Coach K, no fueron suficientes para mantener el orgullo patrio. 

Los chicos de Díaz Miguel fueron Villacampa, Herreros (en su primera participacion, con veinte añitos) Ferrán Martínez, Jiménez, Romay, Jofresa, Andreu, Montero, Bosch, Antúnez, Zapata y el pequeño de los Arcega. Antonio Martín renunció aquel verano debido al fallecimiento de su hermano Fernando en diciembre de 1989. Ni qué decir tiene que ambas ausencias mermaron nuestro potencial.

Otras estrellas internacionales participaron en esta edicion del Mundobasket: Rivas, Ortiz y Jerome Mincy con Puerto Rico; Óscar con Brasil; Giannakis, Fassoulas, Christodoulou con Grecia; Riva, Pittis y Brunamonti con Italia.