27 de enero de 2020

Kobe también se fue

Dicen que para entrar en la categoría de mito hay que vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver. 

Kobe Bryant ha fallecido ayer, sin haber cumplido los 42 años, víctima de un accidente con el helicóptero privado en el que viajaba. Con él iba su hija Gianna, de 13 años, y siete ocupantes más. El mal tiempo parece la causa más probable del accidente, provocando el choque del helicóptero con una colina en la localidad californiana de Calabasas y el posterior incendio de los restos. No hubo supervivientes. 

Kobe Bryant, cinco veces campeón de la NBA, dos veces oro olímpico (ambas frente a nuestro Equipo Nacional), dos veces máximo anotador, cuarto anotador histórico tras Kareem, Karl Malone y Lebron James, 18 veces all-star, 33 veces jugador de la semana, 16 veces jugador del mes, 81 puntos en un partido, 60 puntos el día de su retirada.... Un extraordinario palmarés que vale por sí solo para hacerle un enorme lugar en la Historia del Baloncesto. 

Su desaparición prematura, en la flor de la vida, le asciende directamente al Olimpo de los más grandes. 

Nunca fue santo de mi devoción, con ese ansia anotadora, siendo un tirador más de volumen que de eficiencia, y un ego que desbordaba todos los límites. Siempre a la caza de ese gigante de sombra infinita que es Michael Jordan. A pesar de todos sus esfuerzos fue incapaz de escapar de unas comparaciones que nunca le fueron favorables al de Los Ángeles. Seguro que ese afán de mimetizar la estética del ídolo acabó pesando como una losa que fue imposible levantar. 

Por supuesto que, siendo yo un celtic reconocido y orgulloso de serlo (no podría ser de otra forma), que Kobe fuera un icono de púrpura y oro durante casi dos décadas no le ayuda.  

Pienso también que la iniciativa para cambiar el logo de la NBA es desproporcionada. Jerry West es tan digno o más que nadie y no merece un agravio semejante.

Pero esa animadversión no me impide ver la categoría deportiva del personaje, como tampoco puedo dejar de sentir el enorme hueco que deja. Pocos jugadores pueden presumir de su palmarés ni de ser una imagen reconocible en todo el globo. 


Siempre juntos