21 de enero de 2012

Un genio

Este señor, Steve Nash, canadiense por más señas, es un genio. Así con todas las letras. Si quieres reconciliarte con el baloncesto, después de sufrir una temporada a Messina, Ivanovic, Jeff Van Gundy y otros gurús del cemento, no tienes más que apañar algún video del menda y disfrutar.

Porque este tío no es muy alto, es blanco, no salta mucho... pero las mete de todos los colores (por cencima del 50% en T2, 40% en T3 y 90% en libres varias temporadas) y, lo que es más importante, ve el baloncesto como a todos nos gustaría jugar. 

Hace algunos años dejó la soleada Dallas y a su amiguete Nowitzki para mudarse a la no menos soleada Phoenix. Su sola presencia hizo a los Suns una de las franquicias más poderosas de la NBA y la más atractiva de ver desde los Golden State de Don Nelson o los Denver Nuggets de Doug Moe. Los monolíticos  Spurs y el sucio de Bruce Bowen fueron su único obstáculo hasta un muy merecido anillo. 

A él, en lo personal, le valieron dos premios MVP en 2005 y en 2006. 

Hay mucha gente, en todo el mundo, que le debe muchas cosas a Steve. Para empezar, sus compañeros (Diaw, Stoudemire) que se han ido y que le hechan mucho de menos, u otros (Grant Hill, Gortat) que se encuentran con los mejores números de su carrera o rejuvenecidos de repente por virtud de este genio en pantalón corto. Por no hablar de Mike D´Antoni, que debe tirarse de los pelos en New York. 

Pero Steve no es solo un jugador de baloncesto. Es una persona comprometida, que expresa sus opiniones en voz alta y sin tapujos, lo que en la hipócrita sociedad norteamericana (excluyendo Canadá), hipoteca no pocas vidas: rechazo a la guerra, rechazo a políticas y leyes xenófobas, marcada conciencia social. 

Ahora está cerca de su retirada, pero aún es capaz de maravillar, tirar y distribuir juego como los ángeles. Jugadores como Steve no tendrían que retirarse nunca.




"Vote for me for the All Star game... cause I´m.... AWESOME!"

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