4 de febrero de 2012

Una vida con la selección - Eurobasket ´77

El torneo Preolímpico de 1976 había supuesto la constatación de que el Equipo Nacional estaba lejos de poder competir con garantías contra las mejores selecciones nacionales de ese año. La irrupción de la potente Italia, que contaba con una gran generación de jugadores bastante jóvenes, hacía que el número de aspirantes fuese mayor, mientras que las tradicionales selecciones del Este comunista eran aún inalcanzables. 

Así que se pasó de una medalla de plata en 1973 y la mejor clasificación histórica en un Mundobasket en 1974, a desaparecer prácticamente del mapa de la élite baloncestística europea. 

Con esas sensaciones se presentó el Equipo Nacional en el Eurobasket de 1977, celebrado en Lieja (Bélgica), con un equipo bastante joven que quedó encuadrado en el grupo B junto a los anfitriones, Holanda, Finlandia, Checoslovaquia y Yugoslavia. La mecánica del campeonato hacía que España debería jugarse la segunda plaza del grupo con Checoslovaquia si quería luchar por las medallas. En el grupo A quedaron encuadradas la Unión Soviética, Italia, Bulgaria, Israel, Francia y Austria. 

En la primera jornada se sufrió una previsible derrota frente a los plavi (76-79) que por lo menos hacía albergar alguna esperanza, que desapareció casi inmediatamente con la contundente derrota (95-114) frente a Holanda. La cosa se complicaba para acabar con todo en la tercera jornada (nueva derrota 70-73 frente a Checoslovaquia). A España no quedaba otra cosa que tratar de competir dignamente y quedar en la mejor posición posible, lo que hizo derrotando sucesivamente a Bélgica (no sin apuros, 94-93) y a Finlandia (un corto 85-78). 

El Equipo Nacional terminó la fase de grupos en quinta posición, lo que llevaba a la lucha por el 9º puesto como mejor opción. Se derrotó a Austria (88-84) y de nuevo a Finlandia (un claro 106-89, como victoria más amplia del torneo). El castigo más duro supuso quedar fuera de cualquier opción de jugar el Mundobasket que se celebraría al año siguiente en Filipinas.

Una vez más, quedó claro que España estaba lejos de poder competir con los mejores y que le costaba mucho ganar a los pequeños. Se encontraba en una especie de dolorosa tierra de nadie.

La cuarta jornada del grupo A vino con sorpresa: la derrota de los soviéticos, que ganarían sus partidos de grupo por una diferencia media superior a los 40 tantos,  ante Italia (95-87). Esto suponía que en la última jornada se decidirían los cruces de semifinales. Italia y la Unión Soviética no fallarían en el grupo A, quedando primera y segunda respectivamente. Los soviéticos se enfrentarían al ganador del Checoslovaquia-Yugoslavia que fue ¡Checoslovaquia!. Una muestra más del saber hacer de los plavi, que perdieron 103-111.

Las semifinales no tuvieron historia, ganando Yugoslavia a Italia (88-69) y los soviéticos a los checos (91-76). En la final, los yugoslavos revalidaron su título (encandenando tres triunfos seguidos) venciendo a los soviéticos por 74 a 61 Italia perdería un merecido bronce al ser derrotados por los checos. 

Entre las filas plavi tenemos a genios del baloncesto, aún jóvenes: Cosic, Dalipagic, Delibasic, Kikanovic, Slavnic, Jelovac o Jerkov. En los banquillos, el maestro Asa Nikolic.

Los soviéticos contaban, entre otros, con Belov, Myshkin, Tachenko, Belostenny, Eremin o Korkia, con el eterno Gomelski en el banquillo. 

Con los checos estaban ya Brabenec o Kropilak, de infausto recuerdo en las semifinales del Eurobasket de 1985. 

En Italia, los emergentes Meneghin, Marzorati, Bonamico, Bariviera o Vecchiato.

Defendieron la camiseta de España: Brabender, Prada, Santillana, Filbá, Margall, Flores, Juan Ramón Fernández (desconocido para mí), Corbalán, Rullán, Carmelo Cabrera, Gonzalo Sagi-Vela y un joven De la Cruz. Un equipo con una media de edad alrededor de los 25 años y escaso de centímetros, dirigido por Antonio Díaz - Miguel.

Como digo, el Equipo Nacional pasaría un año alejado de las grandes competiciones, pero volvería con fuerza en Turín, dos años después, inicio de uno de los ciclos más gloriosos de nuestro baloncesto.


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