3 de septiembre de 2022

Eurobasket de pasión

El baloncesto vuelve al viejo continente después de cinco años de ausencia. Estos días se está celebrando el Eurobasket multisede. Cuatro grupos de seis equipos cada uno de los que pasan cuatro selecciones para dar comienzo a las eliminatorias: octavos, cuartos, semis y final para determinar al nuevo rey baloncestístico del continente. 

Por primera vez en más de una década, España no está entre las favoritas. No ya para colgarse el oro, sino para colgarse cualquier metal o llegar siquiera a semifinales. El power ranking FIBA nos ha estado ubicando en el sexto o séptimo lugar, unos cuantos pasos por detrás de las que parecen unánimes favoritas —Grecia, Serbia, Eslovenia y Francia— y en el mismo grupo que otras selecciones otrora ilustres y hoy sin tanto brillo. 

Item más: ningún jugador español se encuentra en el listado de los presuntos quince mejores del campeonato. No solo eso, sino que tampoco se muestra a ninguno de los nuestros en los carteles promocionales del torneo. 

Una bofetada detrás de otra a nuestro prestigio internacional. 

La trayectoria del Equipo Nacional comenzó con la polémica nacionalización de Lorenzo Brown, ha continuado con un rosario de bajas por diversos motivos (sin contar a los "retirados", se han ido bajando del carro los otros nacionalizados, Abalde, Abrines, Aldama, Rubio o Llull), mientras que los partidos de preparación se han saldado con un balance descorazonador de 1-3 frente a Lituania y Grecia. 

Los doce del patíbulo
 

Menos mal que las ventanas del Mundobasket han servido para cambiar un poco la tendencia y llegar con un mejor talante. 

Estamos ante un Eurobasket de pasión. No solo pasión por el baloncesto, sino de pasión como sinónimo de sufrimiento, a veces extremo. Un equipo con un gran número de debutantes en un torneo de esta categoría, jugadores semidesconocidos para el gran público y que, de nada sirve negarlo, supone varios pasos atrás en cuanto a talento. 

Por circunstancias de la vida, solo el eterno y eternamente minusvalorado Rudy Fernández permanece como mascarón de proa de los tiempos de gloria. 

Afortunadamente continúa Sergio Scariolo. El gran estratega que consiguió llevarnos al segundo campeonato del mundo y que nos permitió competir en los JJOO a pesar de llevar un equipo que significaba retrasar el tan necesario relevo para pagar los servicios prestados a algunas de las mayores leyendas de nuestro baloncesto. 

 

Se antoja un campeonato en el que no podremos permitirnos sestear durante los primeros partidos, coquetear incluso con el desastre, para luego afinar nuestra maquinaria, cambiar la cara y despedazar a nuestros rivales en el camino hacia la victoria final. Por el contrario, ahora toca bajar el culo en defensa, ser solidario, pelear cada rebote y disimular nuestras carencias, con el afán de competir de la mejor manera posible y que el aficionado mantenga el orgullo por el trabajo realizado aunque en esta ocasión es muy probable que los resultados no acompañen. 

No nos engañemos, este año el partido clave es el de octavos de final. El grupo de España se cruza con el llamado grupo de la muerte en el que se encuentran Eslovenia, Lituania, Francia y Alemania (además de Bosnia y Hungría). A priori, el cruce contra cualquiera de estos cuatro es demasiado desfavorable y el riesgo de irnos para casa a las primeras de cambio es muy alto. Se corre el riesgo de que la prensa y el aficionado forofo y poco entendido confunda perder ese partido con la noción de fracaso y que le lluevan palos al equipo y a los chavales que nos representan. No es así. Perder, si se logra competir, solo significará que España sigue estando ahí y que a poco que los chavales que vienen detrás tengan la fuerza suficiente, volveremos a estar peleando por los focos de la gloria. 

Don Rodolfo Fernández: 240 internacionalidades
le contemplan (2º de la Historia)

 

¿Y ganar? 

Ganar el cruce de octavos abre de par en par las puertas de las semifinales, a jugarse en un cruce de cuartos ante un rival de un nivel bastante inferior a los mencionados. 

Hemos pasado de los hermanos Gasol a los hermanos Hernangómez, es verdad. Pero en estos años, además de deslumbrar al mundo, la Federación ha conseguido implantar una forma de hacer las cosas y, del mismo modo que en categoría femenina (este año fuera del Mundial), se están poniendo los cimientos de un equipo de futuro. 

Mientras esto pasa, recordemos laureles no tan lejanos y soñemos con los futuros. Estoy seguro de que mientras Scariolo sea nuestro entrenador, el equipo competirá y a cualquiera se le va a hacer muy cuesta arriba doblegarnos.

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