3 de agosto de 2018

Terremoto en la NBA

Tengo muy abandonado este blog de Veinticuatro segundos y hay muchas, demasiadas, cosas que debería comentar. Pero hoy me centraré solo en el terremoto que hace unos días ha sacudido a la NBA: el fichaje de LeBron James por los Lakers. 

Estaba (casi) cantado. A pesar de haber llegado a las Finales, los Cavaliers no eran un buen equipo. Salvo LeBron y Kevin Love, poco más ha habido. Tanto, que James ha batido el record de partidos de cuarenta puntos o más para poder llevar a su equipo a cotas tan altas, consiguiendo batir al campeón de la Conferencia Este (Raptors) y posteriormente a unos Celtics muy mermados que, aún y así, forzaron un séptimo partido en el Garden (ha sido, por cierto, la primera vez en la historia de la liga en que los Celtics son eliminados en una eliminatoria que comenzaran ganando 2-0). 


Tú dame el balón, quítate de en medio y dile a tu
padre que tenga la boca cerrada. Del resto me encargo yo.


Un James de 33 años y quince temporadas a sus espaldas. Casi 39 minutos de media en 1.143 partidos de temporada regular (42 minutos de media en 239 partidos de eliminatorias). Mucho kilometraje en las piernas. 

Pero LeBron James es con seguridad el mejor jugador del mundo hoy en día. O, si no lo es, el que más impacto tiene individualmente (más que Curry, más arropado por otros tres fenómenos). Y lo es porque,  a pesar de todos los datos demoledores de minutaje y carga física, ha sido capaz de promediar esta temporada más puntos que su media de carrera. No solo eso, ha igualado su mejor marca reboteadora de siempre (8,6 capturas) y ha registrado su mejor media de asistencias de su carrera (9,1 pases de canasta), estableciendo en este último apartado un record para un alero (ni Larry Bird ni Scottie Pippen, los hasta ahora paradigmas de eso que los yanquis llaman point-forward, lograron siquiera acercarse). 

Item más, esta decimoquinta temporada es la primera en la que LeBron James juega los 82 partidos de la temporada. 

En fechas recientes hemos visto un estudio que indica que James dosifica su esfuerzo como nadie. Pasa caminando casi el 80% del tiempo que está en la cancha, pero lo que hace el 20% restante está al alcance de muy pocos. Además, visto lo visto, si las lesiones le respetan, no es previsible un paso atrás en su juego en al menos dos o tres años, tras los cuales debería venir un progresivo crepúsculo. Pero, amigos, ese crepúsculo tendrá más luz que el mediodía del 90% de los jugadores.

O sea, los Lakers se convierten automáticamente en un candidato a las eliminatorias por el título, aunque no directamente en un candidato al título. Hay mucha pólvora en el Salvaje Oeste y los Warriors siguen siendo, de lejos, el mejor equipo de la Liga (hablaremos también de lo que significa el fichaje de Demarcus Cousins). Es más, los Lakers tendrán difícil plantarse en la Final de Conferencia, a poco que los Rockets tengan una temporada decente. 

¿Qué significa todo esto para el resto de la Liga?  Los Celtics se convierten, también de manera automática, en el mejor equipo de la Conferencia Este. Y se prevé que mantendrán duelos encarnizados con los Sixers de Filadelfia por plantarse en las Finales durante al menos un lustro, si no más tiempo. Como a principios de los ochenta. Vieja escuela.

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