13 de julio de 2014

Una vida con la Selección - Eurobasket ´93

Después del angolazo, las estructuras del baloncesto español se resintieron. La decisión unánime fue culpar a Antonio Díaz-Miguel del fracaso. Fue destituido y se comenzó a buscar sustituto. La espera no fue muy larga, porque de nuevo todos los ojos miraron a Lolo Sáinz. Ganador de todo con el Real Madrid, había llevado al Joventut de Badalona a dos títulos de liga consecutivos y al subcampeonato de Europa de 1992 del que solo le apartaría el triple irrepetible de Djordjevic.

Sáinz, historia viva del baloncesto patrio, aceptó la responsabilidad de devolver la credibilidad a un deporte que sufría una sangría de aficionados como nunca se había visto desde el boom de los ochenta. No olvidemos que la Selección es el mejor y más barato escaparate que puede haber, asi que los ciclos de ésta influyen directamente en la salud baloncestística general.

El primer reto fue el Eurobasket de Alemania, celebrado en 1993. Un campeonato muy particular, pues fue el primero que se abrió a los recién independizados países del este de Europa: repúblicas exyugoslavas (excepto la aún Yugoslavia, que sufría las sanciones internacionales por la sangrienta guerra de Bosnia y, en menor medida, de Croacia), repúblicas bálticas y las repúblicas exsoviéticas, incluida Rusia.

Por eso, se decidió aumentar el número de participantes desde ocho hasta diceciséis, celebrándose un preeuropeo que coronó a Croacia como la nueva potencia europea y rival a batir. Preeuropeo que será eternamente recordado por el fallecimiento de Drazen Petrovic en accidente de tráfico durante el viaje de vuelta a casa. El equipo croata, aun siendo temible, no consiguió todo lo que estaba predeterminado. A pesar del enorme talento del equipo, sus estrellas carecían del hambre y la sangre necesarias para ser arrolladoras.

¡Qué pronto nos dejaste!


Los equipos participantes se dividieron en cuatro grupos de cuatro selecciones, de las que solo una quedaría en el camino. Posteriormene se formarían dos grupos de seis selecciones, de las que dos serían eliminadas y los resultados previos se arrastrarían. Las ocho selecciones supervivientes se enfrentarían en las rondas decisivas hasta la final. 

En el grupo B (Croacia, Francia, Turquía y Bulgaria) no hubo color. Los croatas aplastaron a sus rivales por una diferencia media de 25 puntos (aunque engañosa, solo +5 a Francia y +50 a Turquía, ya clasificada).

El grupo C (Grecia, Letonia, Italia e Israel) fue muy reñido, quedando los israelíes fuera por su derrota en el primer partido ante Italia. 

El grupo D tuvo a la sorprendente Estonia como líder, ganado en un partido agónico frente a Bélgica, resuelto por un punto. Los errores de Eslovenia la dejaron fuera, en beneficio del anfitrión Alemania.

España quedó encuadrada en el grupo A, con Rusia, Bosnia y Suecia, y lo resolvió con solvencia (+11, +9 y +23)

En el grupo F, de seis equipos, Croacia mantuvo el ritmo, solo ralentizado en el caso de la anfitriona Alemania. que pasaría in extremis. Francia y Estonia completarían el cuarteto de clasificados.

Por el otro lado del cuadro, España también mantendría un ritmo elevado (+18 a Italia, +8 a Letonia). Solo Grecia pudo detener a los nuestros en un partido resuelto por la mínima (75-76) en el que solo Villacampa mantuvo el nivel mostrado con anterioridad. Con todo, el triple empate con griegos y rusos nos fue favorable, terminando España como primera de grupo. La sorprendente Bosnia fue la cuarta clasificada, dejando fuera a italianos y letones también tras un triple empate.

En los cuartos de final, Grecia dejaría fuera a Francia (61-59) en un partido remontado en la segunda parte. Rusia (82-61 a Estonia) y Croacia (98-78 a Bosnia), pasarían sin problemas a semifinales. 

España se enfrentaba a Alemania en un partido en el que era favorita. Solo el carácter de anfitrión era favorable a los teutones, que se habían clasificado por los pelos. En la tónica de lo que serían los siguientes años, el partido fue trabado, con los nuestros siendo incapaces de distanciarse en el marcador y dando vida a un equipo marcadamente inferior. Se llegó a la prórroga, en la que los nervios hicieron estragos, hasta que Christian Welp, el mejor del partido, hundió las esperanzas españolas con un tirito de cinco metros. El 77-79 que indicaba el marcador final hizo inútil el buen partido de Villacampa, Antonio Martín, Herreros y Jiménez. 

Claramente hubo un antes y un despúes

A partir de entonces quedaba la lucha por el quinto puesto, un premio menor dado el juego y las sensaciones mostradas hasta entonces y truncadas por un mal partido. Los paseos ante Francia (95-83) y Estonia (119-80) hicieron todavía más frustrante el quinto puesto final. 

Siguiendo con el campeonato, las semifinales fueron dos sorpresas: Alemania se deshizo de Grecia (76-73) y Rusia de Croacia (84-76 con un sensacional Bazarevich). Los croatas, indolentes, aplastaron a Grecia en la lucha por el bronce (99-59), cuando no había más remedio. Por su parte, los alemanes continuaron de subidón y vencieron su primer y único Eurobasket hasta la fecha (71-70) a pesar de contar con un jugadorazo de talla mundial como Dirk Nowitzki. 

El equipo campeón formó con Welp (mejor jugador del torneo), Harnisch, Gnad (que finalizó su carrera en el Madrid), Koch, Behnke, Rödl, Nürnberger, Jackel o Kujawa. Un equipo con centímetros para repartir, justito de talento pero con un genio en el banquillo como Svetislav Pesic. 

Por Rusia, nombres conocidos como Bazarevich, Karasev, Babkov, Mikhailov, Fetisov, Panov o Nosov. 

Por la decepcionante Croacia, estrellas con sangre de horchata como Radja, Tabak, Vrankovic, Komazec, Perasovic, Cvetjcanin, Arapovic, Alanovic, Kovacic, Mrsic, Zuric y Gregov. En el banquillo, el eterno Novosel. 

El campeonato dejó noticias como la sorpresa de Bosnia, fundamentada en los puntos de Bilalobic y Primorac. Nombres como los griegos Yannakis y Christodoulou, el esloveno Alibegovic, el francés Ostrowski, el estonio Kuusmaa...

España parecía entrar con buen pie en el futuro. El equipo fue muy bien llevado por Sáinz, un constrastado gestor de egos, demostrado desde la recuperación de Epi, que había anunciado su retirada del equipo nacional un año antes, mientras que el apuntalamiento táctico vino de la mano de sus ayudantes Aranzana e Imbroda. Los pilares del equipo fueron Jiménez (12 ppp), Villacampa (en plenitud física a sus treinta años, con 19,1 ppp) y Antonio Martín (máximo reboteador del campeonato por segunda vez consecutiva y 16,5 ppp), acompañados por los hermanos Jofresa, Azofra, Herreros, Orenga, Morales, Crespo y Ferrán. 

Poniendo las primeras piedras, todavía con pelo

Adiós a las elecciones folclóricas (Hansen, Aldama, Bustos...), un poco de coherencia y de espíritu de equipo, parecían garantizar que el futuro seria competitivo por lo menos. Pero...

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