21 de julio de 2014

No es oro todo lo que reluce

Los últimos días saltaba la noticia: el Bilbao Basket no será de la partida en el curso baloncestístico 14/15 en la Liga Endesa. ¿La razón? La deuda que el club tiene con diferentes estamentos, entre ellos los propios jugadores.Y la Liga será de 17.

Si por un lado debemos congratularnos porque a los clubes de la Asociación no les tiembla el pulso a la hora de hacer cumplir los estatutos y las condiciones, por otro lado debemos preocuparnos, y mucho.

El Bilbao Basket era un club modélico hasta hace unos meses. Había quemado etapas a una velocidad de vértigo y, en apariencia, sin hipotecarse (por lo menos, no demasiado). Pero un cambio de gestores, unido a un cambio de la política de fichajes, unido todo ello a un descenso de las aportaciones públicas, han dado al traste con el club. 

El problema es que, salvo contadas excepciones (dos, de hecho), para que un club sea, no ya rentable, sino viable, necesita de aportaciones públicas, un patrocinador fuerte (Unicaja de Málaga, Cajasol de Sevilla...) o un mecenas (como el Valencia Basket, que se puede permitir carecer de patrocinador porque tiene detrás a la familia Roig). 

Vemos como históricos de la talla de Estudiantes o Joventut, sufren para mantener la categoría, no digamos para competir con los mejores. Otros, como el Valladolid, no tuvieron tanta suerte.

O el Caja Laboral, un ejemplo de gestión en más de una década, un club que llena su pabellón, que tiene licencia Euroliga, en el que han jugado multitud de NBA, ha necesitado vender a sus mejores jugadores casi cada año, incluso en sus mejores momentos. Ahora, ni siquiera eso le sirve y debe dejar escapar a jugadores como Pleiss, que no le llegan a la suela de los zapatos a gigantes que han vestido esa camiseta (Kenny Green, Luis Scolla, Tomasevic, Oberto...)

Decimos que la Liga Endesa es la segunda mejor liga del Planeta, solo después de la NBA. Pero si rascamos la superficie, aunque sea un poco, vemos que el oropel se despega con demasiada facilidad. 

Y lo que queda debajo no es tan bonito.


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