1 de septiembre de 2012

Una vida con la selección - Eurobasket ´81

Siguiendo con la fantastiserie dedicada a mis recuerdos con la Selección Española de Baloncesto, toca el turno a rememorar el Eurobasket celebrado en Praga en 1981.

Lo habíamos dejado tras el subidón de haber conseguido el 4º puesto en los JJOO de Moscú, el año anterior y tras la renovación de 1979, pero con la duda de saber si el equipo era realmente competitivo o si únicamente había tenido suerte al faltar selecciones bastante potentes en el panorama deportivo mundial debido al boicot americano. 

Pronto saldríamos de dudas.

El eterno Antonio Díaz Miguel volvía a ser el seleccionador, confeccionando un equipo que mezclaba veteranos ilustres con jóvenes de calidad: Corbalán, Epi, Brabender (36 años a sus espaldas), Sibilio, Flores, Solozábal, Rullán, De la Cruz, Costa, Margall, Romay y un jovencísmo Fernando Martín, que luego daría mucho que hablar. 

La mecánica del campeonato consistía en 12 selecciones divididas en grupos de 6. Los tres primeros de cada grupo jugaban contra los otros tres primeros del grupo contrario, arrastrando los resultados entre sí. El primero y el segundo de este grupo pasaba directamente a la final mientras que el tercero y el cuarto competían por el bronce. 

España quedó encuadrada con Gran Bretaña, Francia, Grecia, Israel y Checoslovaquia, a priori el más sencillo porque en el otro quedaron los cocos: Alemania, Italia, Polonia, URSS y Turquía. 

No se defraudaron las expectativas, quedando primera de grupo con un inmaculado 5-0 y una diferencia media de 18 puntos y anotando más de 90 puntos por partido. Francia (102-93), Israel (89-81), Checoslovaquia (72-69), Inglaterra (78-47) y Grecia (111-72) no fueron rival para el combinado nacional. El objetivo se cumplía con creces, mientras que Checoslovaquia, con una victoria, e Israel acompañaban a la siguiente fase.

Allí esperaban la URSS, también invicta y ganando por más de 22 puntos de diferencia media y que había ganado por 30 a Italia y por 20 a Yugoslavia. Los plavi fueron segundos e Italia tercera.

Quedaba ahora refrendar lo mostrado hasta entonces. Salvo debacle, se debería competir por las medallas, para lo que únicamente se necesitaba una victoria que llegó con un 87-86 agónico contra Italia. Y menos mal, porque aunque se compitió contra los intratables soviéticos (101-110) en lo que seria el partido más ajustado en su impecable campeonato, los yugoslavos nos pasaron por encima (72-95) en un partido que, de haber ganado, nos habría catapultado hasta la final. 

Israel, plata dos años antes en Turín, se fue de vacío con un balance 3-5 y habiendo ganado solo a las selecciones más débiles. Italia tampoco fue mucho más allá, con solo una victoria en el grupo de los buenos.

La final fue otro paseo para los soviéticos, que aplastaron a sus archirivales plavi por 84 a 67. En el partido por el bronce, España no pudo repetir ante los anfitriones la victoria de la fase de grupos, sucumbiendo por 90 a 101. 

No obstante, los pasos que se estaban dando iban en la buena dirección. El equipo progresaba y demostraba que podía competir imponiendo un ritmo frenético de defensa y contraataque, poco especulativo y que sería el sello de este equipo durante la primera mitad de la década de los 80. 

Los nombres de los componentes de la escuadra soviética eran para asustar: Valters (mejor jugador del campeonato), Belov, Mishkin, Tkachenko, Belostenny, Iovaisha, Eremin, Tarakanov, Lopatov... Un equipo que no tenía rival en lo físico y con suficientes buenos jugadores como para sobreponerse al a veces trasnochado juego impuesto por Gomelski. 

No pesan los años, pesan los quilos, amigo Sergei


Tanjevic, por su parte, dirigió a una generacion gloriosa pero envejecida que iba demostrando que el paso de los años pasaba factura en su juego. Aún así, la nómina de estrellas era superlativa: Kosic, Dalipagic, Delibasic, Kikanovic, Knego, Vilfan






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