15 de abril de 2012

Una vida con la selección - Moscú 80

El Equipo Nacional se había renovado el año anterior, con jugadores como Llorente, Epi o Itu, y se iniciaba lo que parecía una vuelta a los lugares, si no de privilegio, de honor. Se volvía a competir, en ocasiones más que dignamente, con lo más granado del baloncesto europeo.

En 1980 se celebraban los Juegos Olímpicos en Moscú. Para competir, primero había que clasificarse en un exigente torneo Preolímpico que tuvo lugar en Lucerna (Suiza). España llevó una selección que formaban Brabender, Llorente, Indio Díaz, Margall, Flores, Romay, Santillana, Corbalán, Rullán, De la Cruz, Solozábal y Epi. Todos a las órdenes del incombustible Antonio Díaz - Miguel. En la fase de grupos había dado buena cuenta de Hungría (97-50), Gran Bretaña (125-63), Polonia (107-81) y Finlandia (107-92), marcadores contundentes que reflejaban la vistosidad del juego de entonces, particularmente de España.


Participaron en la fase final Italia, Checoslovaquia, Francia, Israel, la República Federal de Alemania, Suecia y Polonia, que junto con España competirían por los tres puestos en juego para el continente Europeo. 

España, tras victorias ante Francia (103-100), Israel, subcampeona de Europa el año anterior (100-89), Alemania (85-59) y tres derrotas ante Suecia (86-87), Checoslovaquia (68-70) e Italia (79-93) necesitó la victoria que arrastraba con Polonia para finalmente quedar tercera y haber ganado el desempate a Francia. 

La conclusión es que España estaba en los Juegos, sí, pero con bastantes dificultades. El cuadro de participantes lo completaban Egipto, Puerto Rico, Canadá, Argentina, China, Australia, Yugoslavia, URSS y EEUU.

Ya se sabe que los Juegos Olímpicos de Moscú han pasado a la historia, además de por el osito Misha y la ceja de Brezhnev, por el boicot impuesto por Estados Unidos y sus Aliados. Eran tiempos de la Guerra Fría y no podía permitirse que unos Juegos celebrados por el enemigo fueran un éxito internacional. 

Muchos países renunciaron a participar y otros lo hicieron bajo bandera olímpica (España entre ellos). Eso significó, en la competición de baloncesto, la retirada de Egipto, Puerto Rico, Canadá, Argentina, China y los Estados Unidos. Fueron sustituidos por Senegal, Brasil, Cuba, India, Suecia y Francia, por lo que la competición quedó reducida más bien a un Eurobasket (siete participantes de doce venían de este continente) con el aderezo de varias selecciones menores. Descafeinado, vamos.

El mecanismo de competición indicaba que se dividirían los equipos en tres grupos, pasando a la siguiente fase los dos primeros. Los seis equipos resultantes, integraban un grupo de seis selecciones que jugarían entre sí, arrastrándose los resultados de la primera fase. Los dos primeros de este grupo jugarían directamente la final, mientras que el tercer y el cuarto equipo lucharían por la medalla de bronce.

El grupo A lo formaban la URSS, Brasil, Checoslovaquia e India. Los soviéticos vencieron uno tras otro a sus rivales, quedando indiscutiblemente primeros de grupo. Brasil venció a Checoslovaquia en el duelo por la segunda posición. India, como se esperaba, fue una mera comparsa, perdiendo los tres partidos por más de 65 puntos de media.

Alexander Belostenny
El grupo B lo formaban Yugoslavia, España, Polonia y Senegal. El Equipo Nacional cumplió venciendo a Polonia de nuevo con autoridad (104-81) y a Senegal (94-65) y ganó la segunda plaza tras competir en el partido contra los plavi, a pesar de la derrota (91-95) y acompañándolos a la fase final. 

El grupo C fue el más competido, con un triple empate entre Italia, Cuba y Australia. Los duelos entre los tres reflejaban un balance de 1-1 para todos, así que hubo que pasar al siguiente criterio de desempante, el coeficiente entre ellos. Esto arrojó un nuevo empate (todos los partidos se habían resuelto por 7 puntos de diferencia). Suecia se convirtió entonces en el juez del grupo. El equipo que hubiera ganado a los suecos por menos diferencia, quedaría fuera de la competición. El orden sería: Italia (+15), Cuba (+12) y Australia (+9).



La segunda fase la encabezarían los plavi, con un record impoluto que incluía una victoria frente a los anfitriones soviéticos (101-91). Una segunda derrota contra Italia (85-87) dejaría fuera a la URSS de la final, que jugarían los transalpinos en una de las sorpresas más importantes del baloncesto moderno.

España haría valer su victoria ante Brasil (110-81) para colocarse cuarta con un balance de 3-2, con victoria ante Cuba (96-95) y derrotas ante soviéticos (81-102) e italianos (89-95). Jugaría entonces por la medalla de bronce, siendo el mejor resultado de siempre en unos Juegos Olímpicos.

Ese partido tendría poca historia. Los soviéticos, obligados a ganar para mantener su maltrecho honor, no dieron cuartel y aplastaron a los españoles por un tremendo 74-117. España, contenta de haber hecho Historia.

La final sí estuvo un poco más apretada, pero los plavi hicieron valer su favoritismo y vencieron 86-77 a los italianos.

Parafraseando a Phil Jackson, a esta cuarta plaza española habría que ponerla un asterisco, ya que  además de que acompañó la suerte (desempate ganado en el Preolímpico, desempate ganado en la segunda fase, victoria ante Cuba por un punto de diferencia...) al menos Estados Unidos y quizá Canadá tenían potencial para quedar por delante si hubieran participado. No obstante, se veía una progresión que no tardaría en hacer disipar las dudas.

El osito Mish
Los plavi formaron con figuras como Knego, Kikanovic, Jerkov, Slavnic, Cosic, Dalipagic y Delibasic, que mantenían la hegemonía de su baloncesto desde inicio de la década.

Italia tenía nombres como Bonamico, Meneghin, Vilalta, Vecchiato, Marzorati, Saccheti, Brunamonti o el nacionalizado Mike Sylvester.

Los soviéticos habían llevado un equipo impresionante con Eremin, Miloserdov, Tarakanov, Lopatov, Belov, Tkachenko, Iovaisha, Mishkin o Belostenny, Casi nada.

Los responsables en España fueron: Brabender, Llorente, Sibilio, Margall, Flores, Romay, Santillana, Corbalán, Solozábal, De la Cruz, Itu y Epi.



Como anécdota, Epi disfrutó de un permiso especial para retrasar su incorporación a filas. Le tocaba hacer la mili, pero se le permitió participar en los Juegos Olímpicos. Luego llegaron tres más para un total de cuatro, record que puede igualar este año otro mito como Juan Carlos Navarro.


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