15 de agosto de 2019

Cándido Antonio Sibilio Hughes

Yo, de pequeño, era del Barcelona. De muy pequeño, porque pronto me hice del Madrid y así hasta hoy. Conocí mi pasión por el baloncesto en la década de los ochenta del siglo pasado, durante los últimos tiempos de la etapa de Brabender en el Real Madrid. Recuerdo jugar con los clicks de playmobil mientras en la tele ponían la final del Eurobasket de 1983. Trasnochar para ver la semifinial de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84, frustrarme en el resto de la década de los ochenta y los noventa... 

Pesadilla madridista

Pero de esos inicios recuerdo a Cándido Antonio Sibilio Hughes, Chicho Sibilio. Un jugador que me exasperaba aún más que Epi, porque lo hacía todo con una naturalidad que siempre le faltó al alero maño. Siempre he creído que por talento puro, Sibilio estaba muy por encima. 

Solozábal, Sibilio, Epi, Jiménez y Norris. 

Un quinteto que a cualquier madridista le duele en el orgullo porque, bajo las órdenes de don Alejandro, nos mojaba la oreja una y otra vez. Solo les faltó ganar una copa de Europa, haber ganado al Banco di Roma aquella noche aciaga, para haber adornado su palmarés con algunas más. No pudo ser y ese era el único consuelo de los aficionados blancos. 

Orgullo blaugrana

Y allí estaba Sibilio. Demoledor en la media distancia, asesino en el triple. Incluso al contraataque y sin rebote. Para qué, si ya sabías que el balón iba a besar la red. 

Llegó la derrota ante la maravillosa Jugoplastika de Split, la primera, la de Radja, Kukoc, Ivanovic y Maljkovic, en la Final a Cuatro de 1989, y algo se rompió entre Sibilio y Aíto. Este era un Maquiavelo del baloncesto y acabó también bastante mal con Solozábal, al que ni siquiera se le hizo un homenaje en su retirada, y con Epi, que sí lo tuvo porque lo que no hubo fueron bemoles a escamoteárselo. 

La cosa es que Sibilio, con apenas treinta años, salió por la puerta de atrás del Barcelona y acabó en un TAU Vitoria, hoy Baskonia, que comenzaba a dar pasos de gigante para establecerse de forma definitiva en la élite. Allí se convirtió en el mejor sexto hombre de la Liga y continuó dando clinics de tiro. 

El TAU sube peldaños

Fue 87 veces internacional. Demasiado pocas se me antojan. No estuvo en el mayor éxito de su generación, la plata de Los Ángeles 84, porque declinó participar y se dedicó a jugar la liga de su país, la República Dominicana. Le compensaba porque ganaba más dinero que jugando con España. 

Corbalán, Epi, Sibilio, Martín y Romay.

Otro quinteto para recordar, por lo menos hasta 1984 en que se retiró el base. Pero en esta ocasión, para recordar con orgullo. 

La cosa con Díaz Miguel tampoco debió acabar demasiado bien. Es inexplicable si no que su última convocatoria fuera en el Eurobasket de 1987 (cuarto puesto) y se comenzaran a convocar a medianías como Quique Villalobos. Aún así, dejó una media de casi quince puntos por partido, al alcance de muy pocos. 

Equipo de Baloncesto de España


Y para el recuerdo su figura, algo encorvada, negro como un tizón en medio de jugadores muy blanquitos. Y esa muñeca de seda que, una y otra vez, se empeñaba en acribillar el aro rival. 

Hace unos días que nos dejó, muy joven, con apenas sesenta años. Al parecer por complicaciones con la diabetes que sufría. 

Siempre en nuestra memoria, Cándido Antonio Sibilio Hughes. 

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