11 de noviembre de 2016

25 años sin Magic

Hace unos días se cumplieron veinticinco años de la rueda de prensa de Magic Johnson en la que anunciaba que era seropositivo. 

Fue un anuncio demoledor. En aquella época, todos los relacionados con el SIDA acababan falleciendo, antes o después, totalmente demacrados y habiendo sufrido por la larga lucha contra la enfermedad. No hay más que recordar los últimos días de Rock Hudson o de Freddie Mercury. 

El AZT era el único fármaco disponible que parecía evitar el avance demoledor de la enfermedad, a costa de castigar el cuerpo como si se tratara de quimioterapia o radioterapia. 

Magic, en su plenitud, con sus inconfundibles rodilleras

En resumen, la noticia fue un golpe total y absoluto. Un antes y un después, porque hasta entonces yo había crecido con la rivalidad por antonomasia de la NBA. Un Lakers-Celtics era mucho más que un partido, y aunque llegué algo tarde para disfrutarlos en su plenitud, las ocasiones en que Ramón Trecet narraba una de estas batallas sobre parqué eran muy especiales. 

El deslumbrante Showtime de los Lakers contra el trabajo sordo de los Celtics. El chico negro de la sonrisa deslumbrante contra el blancucho rubio de mirada torva. Los dos en pos de un mismo objetivo, el reconocimiento como mejor jugador del mundo materializado en un anillo de campeón. 

Mis simpatías siempre estuvieron con el blancucho, pero tengo que reconocer que la sonrisa de aquel base de más de dos metros e imponente corpachón tenía su aquél. Y cuando le veías galopar al contraataque, flanqueado por Worthy o Scott, y pegaba esos latigazos al balón, pases picados y demás, el baloncesto era muy bonito. 

El cambio físico, más que evidente

 Más de dos décadas después, Magic Johnson continúa vivo y su sonrisa intacta. Después de su retirada, un All-Star de ensueño y unos JJOO todavía más alucinantes, intentó volver para toparse de lleno con la intolerancia de otros (Karl Malone, te miro a ti). A pesar de eso volvió, ya en 1996, reconvertido en ala-pivot, con 36 años y muchos kilos de más, promediando estadísticas más que decentes para su edad. 

Aún hoy es un icono del mundo del deporte en particular y de la sociedad en general. Ejemplo vivo de aquellos maravillosos ochenta, pero además comprometido con diversas causas sociales. Para siempre nos quedará su ética de trabajo, su competitividad y su respeto por el rival. Porque en estos días en los que las estrellas NBA son gran parte muestra de soberbia y ego, Magic no tuvo malos gestos para el rival, sino que su mera superioridad era suficiente para hablar sobre la cancha. 

Aquellos tiempos fueron, sin duda, mejores.

La imagen de una época


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