1 de mayo de 2022

La familia

Los documentales de baloncesto se han puesto de moda. El último baile marcó un camino que luego ha seguido el propio Pau Gasol con Lo importante es el camino (que espero poder comentar en un futuro más o menos cercano). Entre ambos, la Federación Española de Baloncesto y Amazon trabajaron en La familia, una historia de los últimos veinte años del baloncesto español. Una historia de triunfos y alguna estremecedora derrota, pero sobre todo una historia de buen hacer (salvo alguna notoria excepción). 

Desde que en los Juegos Olímpicos de Sidney la Generación de Oro asomó con timidez la nariz, hasta el segundo Mundobasket logrado en 2019, cada verano un grupo de jugadores hizo vibrar a un país y, la mayoría de las veces, tradujo esa vibración y esa afición en éxitos en forma de títulos o, al menos, medallas. 

Más allá de los éxitos sobre la pista, innegables, están los éxitos fuera de ella en la forma de integración de los nuevos componentes que entraban en el equipo y cuerpo técnico, debido al inexorable paso del tiempo. 


 

En esos veinte años ha habido siete seleccionadores: Lolo Sáinz, Javier Imbroda, Moncho López, Pepu Hernández, Don Alejandro, Sergio Scariolo y Juan Antonio Orenga y, salvo Lolo que no tuvo la suerte de dirigir en plenitud a Pau Gasol, todos los demás tocaron metal. 

La lista de jugadores es también muy amplia, con honrosos veteranos de los tiempos oscuros como Nacho Rodríguez, Alberto Herreros o Alfonso Reyes, que se comieron marrones de diversa consideración en alguno o varios de los veranos anteriores al inicio del siglo XXI. 

Un trasiego de personas, al fin y al cabo, que pudieron dar al traste con los éxitos de un plantel de jugadores tan brillante como nunca se había visto en este país y pocas veces en Europa (Estados Unidos sería un planeta aparte). 

Por eso creo que el documental hace especial hincapié en cómo el grupo acogía a los nuevos y los integraba en una filosofía de autogestión que solo dio síntomas de agotamiento y alarmas de autodestrucción en el fracaso del Mundobasket 2014, probablemente el mayor fracaso de esta generación. 

Y Gasol destrozó a Francia
 

Como fracaso se puede considerar la falta de integración conseguida tanto con Ibaka como con Mirotic. En apariencia, al menos, pues no se logró un nivel de compromiso con estos nacionalizados que se pudiera comparar ni siquiera de lejos con los nacionales, en una época además que nos hubiera ayudado a mantener o subir el nivel de excelencia. 

Da gustirrinín repasar imágenes históricas y tener a los propios protagonistas comentando y rememorar las veces en las que el éxito o el fracaso estuvieron en el filo de la navaja: en el Mundobasket 2006 salió cara con el triple fallado de Nocioni, pero salió cruz en el Eurobasket de 2013 con el triple fallado por Calderón, a añadir a los puñales de Nowitzki en las semifinales del Eurobasket 2005 y de Teodosic en cuartos del Mundobasket 2010. 

Seguro que gustará. 

Y hay que quedarse hasta el final, para saber por qué los chicos gritaban ¡MURO! en cada corro. La historia merece la pena y es una muestra más del grado de camaradería alcanzado por este grupo de fenómenos.

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