25 de marzo de 2017

Las mandarinas de Llull

Llull es un jugador que no me gusta. Lo siento, no puedo evitarlo. Y lo digo así, de inicio, en una entrada destinada a reconocer que está haciendo un temporadón. 

Ya lleva un par de años a gran nivel, pero lo de este está siendo de traca. Seguramente porque no tiene al Chacho a su lado (por cierto, vuélvete a Europa porque si en Philadelphia está pasando lo que está pasando, quizá haya que asumir que la NBA no es para ti), o porque ha llegado a su madurez deportiva, pero resulta que a su exhuberancia física está añadiendo facetas desconocidas. 

Y aunque el control del juego no es una de sus virtudes, están entrando los tiros finales con una asiduidad terrible. Sigue tirándose unas mandarinas como castillos, pero lo que antes solía ser una pifia, hoy en día suele acabar besando la red para desesperación de sus adversarios. 

Por allí, se sale por allí


Para mí, líder indiscutible del Madrid en la Copa (campo atrás indiscutible ante Andorra, que hubiera sido un merecido semifinalista), y verdugo habitual del Barça tanto en competición doméstica como europea. 

¿Qué ha pasado para que haya dejado de ser una lotería darle el último balón a este tío? Hombre, siempre ha ido sobrado de confianza, pero es que... empieza a ser abusivo. 

Si incluso he dejado de lado una de mis reglas de oro del Supermanager y se ha convertido en uno de mis jugadores habituales... Pues eso, aunque sigue sin gustarme, he de reconocer que el Madrid no sería el Madrid sin él

Por cierto, vaya edición de la Copa del Rey. Partidazos por todas partes. Y el Real Madrid, además de campeón (lo de digno campeón habría que darle un repaso, por el tema de los pasos comentado anteriormente y que me pareció un robo flagrante a un señor equipo como el Andorra), dando espectáculo con anotaciones por encima de los noventa puntos (tanto propios como del rival).

Una pena que no haya baloncesto en abierto, porque hubiera disfrutado este año.

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