Y el equipo anfitrión se queda a las puertas tras desperdiciar la ventaja de campo frente a uno de los peores equipos presentados por el Maccabi en los últimos años.
Tenemos también al CSKA, que necesitó hasta el quinto partido para deshacerse de un pobre Panathinaikos al que destrozó por treinta puntos en el partido decisivo.
Y el Barcelona, que abusó del Galatasaray desde el mismo momento en que se lesionó Carlos Arroyo en el primer partido y no dio opción siquiera a perder un encuentro.
Y también el Madrid, al que después de las exhibiciones en los dos primeros partidos le vino muy mal el infierno del Pabellón de las Dos Mentiras (o Pabellón de la Paz y la Amistad, para otros) y que resolvió con solvencia el quinto partido de vuelta en casa.
Barcelona y Madrid se medirán en una de las semifinales. El corazón da como favorito a los blancos, pero el nivel claramente ascendente de los blaugrana, así como un cierto estancamiento en los de la capital, hace que el pronóstico no sea tan claro como hubiera sido hace apenas un par de meses. La diferente forma de solventar las eliminatorias de cada uno, no hacen sino confirmar estas sensaciones.
EDICIÓN: El párrafo anterior es una cagada monumental. Lo escribí sin saber lo que estaba haciendo, pues el Panathinaikos ni siquiera se ha clasificado, como todos ya sabréis. La segunda semifinal sí es un clásico, pero un CSKA - Maccabbi. El dios Messina que estuvo a punto de hundir al Madrid con el semidiós David Blatt que hizo campeona de Europa y medallista olímpica a una selección sin fondo de armario como Rusia. Ya he dicho que el Maccabbi presenta el peor equipo de los últimos años, así que el CSKA debe ganar con solvencia.
Gracias, Antonio, por haberte dado cuenta del resbalón.
Para la final, ya veremos. Es probable que, desde el punto de vista de traerse el título a España, fuera preferible que la final la jugara el Barcelona, pero... el sentimiento es el que es.
La crucifixión de Vasileios |
No hay comentarios:
Publicar un comentario