Comenzada la temporada, veo que las cosas van a ir de diferente forma a ambos lados del Atlántico.
El Real Madrid ha comenzado como una moto, con más de 90 puntos anotados por partido tanto en la ACB como en la Euroliga, imbatido en ambas competiciones y con victorias por un margen medio de 24 puntos (creo que la más ajustada ha sido un +7 en la competición doméstica), con Sergio Rodríguez ampliando el estado de gracia que sufre desde la final ACB de 2012, un arranque descomunal del montenegrino Mirotic y la confirmación de que el fichaje de Bouroussis ha sido de lo mejor que vamos a ver este año.
El Madrid tiene tantas armas, y tan variadas, que vence sus partidos por agotamiento del rival, físico y psíquico. No resulta fácil competir contra un equipo que en cada cuarto anota entre veinte y veinticinco puntos y que va a llevar el marcador final al entorno de los cien puntos. Es un estilo a la Selección Española de 2006, con un inmenso talento ofensivo y una aplicación en defensa fuera de toda duda (ahí sigue siendo fundamental Slaughter, al que se suma el recién llegado griego).
O sea, que la cosa no pinta nada mal de momento.
Otra cosa es lo que pasa al otro lado del charco, en Boston, Massachussets. A los Celtics le espera una larga temporada cargada de sinsabores, a lo que se ve. Un balance muy negativo en pretemporada (2-5) ha sido el preludio de un comienzo nada esperanzador en la Liga.
Derrota ante Toronto (con un preocupante -15 en el aspecto reboteador) y otra en casa ante los Bucks de Milwaukee tras encajar un parcial brutal en el último cuarto. Huérfanos de dirección sin Rajon Rondo y con veteranos de vuelta de todo como Gerald Wallace, la cosa pinta muy fea.
En estos primeros compases de la temporada vemos que el mejor jugador es Vitor Faverani (que tampoco era nada del otro mundo en la ACB) y que el novato Olynik no está teniendo demasiados minutos. Avery Bradley no es un base y Phil Pressey un novato demasiado verde.
Tocará sufrir, a pesar de que la afición esté con el equipo y apoye la reconstrucción, cimentada en nueve elecciones del draft en los próximos cinco años.
Pues eso, claros y oscuros.
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