Allá por el final de la temporada 2006-2007, los Boston Celtics deambulaban por el sótano de la División Atlántica. Demasiado duro para un equipo acostumbrado a la gloria, aunque en los últimos años haya llegado con cuentagotas.
Danny Ainge no lo dudó.
Primero se trajo a Ray Allen desde Seattle. Uno de los mejores tiradores de siempre llegaba a los Orgullosos Verdes para hacer valer su muñeca.
Pero lo verdaderamente grande estaba por llegar. Y es que poco después se anunciaba el megatraspaso que traía al gran Kevin Garnett a cambio de lo que era, prácticamente, la mitad del equipo de Boston, incluido el prometedor Big Al Jefferson, que era una de las pocas alegrías que hubo en tan aciaga temporada.
Nacía así la era del Big Three, de Paul Pierce, de Kevin Garnett y de Ray Allen, y de un equipo que había sido para ganar. Para ganar ya.
Y así fue. Sesenta y seis victorias en temporada regular fueron el preludio de una trayectoria victoriosa por los Playoffs de 2008 hasta colgar el título 17 del techo del TD Garden, veintidós años después del último título y veintiún años después de la última final.
Desde entonces, salvo la temporada pasada y la anterior (por el cierre patronal), Boston superó las cincuenta victorias. Añadamos un subcampeonato en 2010 (desperdiciando un 3-2 a favor y 13 puntos de ventaja en el último cuarto del séptimo partido en Los Ángeles) y otra final de conferencia en 2012, desperdiciando otra vez un 3-2 favorable ante los Miami Heat y obligando a dos portentosas actuaciones de Lebron James para llegar a la final.
Mientras tanto, Allen, Pierce y Garnett iban envejeciendo y mostrando el orgullo que tanto derrochamos en Boston.
Luego, Ray traicionó a la causa para ganar otro anillo como especialista exterior.
Y, ahora, Pierce y Garnett son traspasados a Brooklyn a cambi de Humphries, Gerald Wallace y un buen puñado de elecciones en los próximos drafts.
No voy a engañaros. No me gusta nada lo que han hecho en las oficinas de Massachussets. Pierce y Garnett son historia viva de Boston y deberían haberse retirado con la zamarra verde de los Celtics. Ver sus números colgando del Garden, como los de tantos otros astros de nuestro amado baloncesto (Cousy, Russel, Heinsohn, Cowens, Havlicek, Jones, White, Parish, McHale, Bird... solo por nombrar unos pocos, pues nadie tiene una constelación como la de los Celtics).
No me gusta nada. Deberíamos haberlos mantenido en el equipo, aún sabiendo que de esta forma no podríamos competir con los grandes. Pero habríamos mantenido el señorío.
Por lo menos, los Celtics han comprado ayer una página entera del Boston Globe, como agradecimiento a los años de servicio de estos dos grandes.
No obstante, no es suficiente.
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