21 de julio de 2024

Hay Juegos, en París

Después de solo tres años de los JJOO de Tokio, el baloncesto español vuelve a poner a sus dos selecciones, masculina y femenina, en el foco. Ambas selecciones llegan con inercias distintas y el punto en común de haber ganado su plaza en sendos preolímpicos agónicos. 

La selección femenina llega tras conseguir la plata en el último Eurobasket en 2023, pero haber podido participar en el Mundobaket de 2022. Inmersa, como la selección masculina, en un relevo generacional y fichando a una interior norteamericana sin vínculos con el país (Megan Gustafson, elegida por encima de la tradicional Astou Ndour). Pocas caras nuevas, aunque a diferencia del equipo masculino sí parece que las jóvenes vienen con pujanza, tanto las que están como las que se han quedado a las puertas, como la ilusionante asturiana Iyana Martín o la prometedora inteerior Awa Fam

El estandarte será de nuevo Alba Torrens, una de las mejores jugadoras de nuestra historia, que estará presente en sus cuartos JJOO, todo un hito. 

Las opciones de medalla, siendo realistas, son escasas y estar en semifinales sería ya un éxito. 

 

Con estas doce, nos la jugamos

En cuanto al baloncesto masculino, venimos de un Mundobasket en el que no se pudo llegar a la fase eliminatoria a pesar de tener dos balas, malgastadas frente a Canadá (asumible) y Letonia (no tanto). Menos mal que el torneo Preolímpico fue en casa y casi hecho a medida, a pesar de haber ganado con apuros todos los partidos menos el de Líbano. 

El sufrimiento permitirá a Rudy Fernández estar presente en sus sextos JJOO, más que nadie en el baloncesto masculino, poniendo en relieve dos décadas de presencia en la élite desde que debutara en los JJOO de Atenas 2004, de infausto recuerdo. 

Tampoco hay caras nuevas sobre lo que hemos estado llevando a los últimos torneos. Parece que hay poco donde elegir. 

Lo peor, que los que deberían ser teóricos referentes no están a la altura de lo que fuimos y que Scariolo lleva unos años intentando dar con la tecla para compaginar la fortaleza defensiva de algunos de los nuestros con el talento ofensivo (y nulidad en defensa) de otros. La endeblez en el rebote en aro propio que hemos visto ante selecciones netamente inferiores, pasará factura. Y el paso atrás aparente de los jóvenes llamados a ocupar puestos importantes en el futuro, no invita al optimismo a corto plazo.+

 

Con estos doce, nos la jugamos

 

Lo mejor, que la sola presencia de Lorenzo Brown (otro americano nacionalizado sin vínculos con el país) aumenta mucho el suelo del equipo (y de Willy Hernangómez). Fiarlo todo a un jugador parece arriesgado. Lo es, pero parece que no hay más, porque Aldama todavía está lejos de crear puntos por sí mismo con regularidad, Willy te quita en defensa lo que te aporta en ataque y el resto es demasiado irregular. 

La libreta de Scariolo debería poder darnos algún punto extra, pero está por ver que sea suficiente. Un grupo muy exigente de inicio (Canadá, Grecia, Australia) y la presencia de EEUU y Serbia en otro grupo. hace pensar que una sola victoria sería suficiente para clasificarnos como uno de los dos mejores terceros. A partir de ahí, jugárselo todo partido a partido, aunque parece que España, a día de hoy, está un escalón por debajo del resto de potenciales equipos de Cuartos de final. 

Pasar la fase de grupos es el mínimo exigible a este equipo, por nombre y prestigio adquirido, pero el techo parece estar en jugar (y esperemos que competir) el partido de Cuartos. 

A partir del próximo fin de semana empezaremos a sufrir con los nuestros y con las nuestras. Me temo que será mucho de eso, y poco disfrute.

2 de julio de 2024

El leprechaun vuelve a sonreír

Han pasado seis meses de 2024 y todavía hoy estoy escribiendo la primera entrada del año, como si fuera un colofón a la última entrada de 2023 que utilicé de terapia para ir asumiendo mi progresiva desconexión de este deporte que tanto me gusta. 

Lo hago para celebrar que los Boston Celtics han conseguido, por fin, subir el banderín 18 al techo del TD Garden y vuelven a ser la franquicia con más anillos de la historia de la NBA. 

Han sido unos años duros. Más que años, décadas. Desde el anillo de 1986, solo se han conseguido el de 2008 y el de 2024 y se han jugado las finales de 1987, 2010 y 2022. Magro botín para una franquicia que se ha caracterizado siempre por su afán ganador. 

El fogonazo de 2008, el primero de Pierce, Garnett y Allen, no se reprodujo por diferentes motivos (lesión de Garnett en 2009, resistencia de los Lakers de 2010 y el progresivo envejecimiento de la base de aquel equipo). 

 


 

Doc Rivers dejó el equipo y Brad Stevens le sustituyó. Junto con Danny Ainge y la inestimable colaboración de los Brooklyn Nets en uno de los mayores robos de traspaso de la historia del baloncesto, se consiguió ir reconstruyendo el equipo y convirtiéndolo en un aspirante perenne en el Este, pero también por distintos motivos, no se conseguía dar el último paso.

Atras quedan varios intentos y jugadores que fueron apartándose: Isaiah Thomas, Kyrie Irving, Gordon Hayward, Kemba Walker... Estrellas que no fueron capaces de traer el anillo a casa. 

En 2022 lo tuvimos en la mano ante unos Warriors crepusculares que tuvieron la suerte (y a un eterno Curry) de cara. Ventaja de 2-1 en la eliminatoria y una ventaja sólida en el tercer cuarto del cuarto partido, todo saltó por los aires con un partido para la leyenda del jugador número 30 de la Bahía. Comenzaron las dudas sobre Tatum y Brown, reforzadas con la sorprendente eliminación en las Finales del Este de 2023 frente a los Heat, convertidos en nuestra némesis, a pesar de estar a punto de ser la primera franquicia en remontar un 0-3 en 155 intentos. 

El verano pasado se traspasó a buena parte de la columna vertebral del equipo: Marcus Smart, Malcolm Brogdon (Sexto Hombre de la teporada 22/23) y Robert Williams. Aterrizaron Jrue Holiday y Kristaps Porzingis. Un campeón de treinta y tantos años y unos playoffs 2023 para el olvido y un pechofrío letón con tendencia a las lesiones que pudo haberse convertido en un unicornio generacional y parecía que se quedaba en tierra de nadie. 

La profundidad del equipo adelgazaba hasta el extremo. Volvían los tiempos del mago Auerbach, cuando decía que con un cinco titular de élite y un sexto hombre de garantías se ganaban campeonatos. Y, fíjate, que así ha sido. 

Hollyday - White (grandísimo jugador) - Brown (reivindicado) - Tatum - Porzingis y añadimos a Horford. Con ellos a muerte, un puñado de morralla para quitarles minutos en la temporada (Pritchard, Hauser, Kornet y luego un poco Tillmann) y tirar triples como si no hubiera mañana para un 64-18 histórico en un Este que está para el desguace y mirando de reojo al salvaje Oeste con Timberwolves, Nuggets y OKC a la cabeza. 

 

El leprechaun vuelve a sonreír

 

Cualquiera de los tres daban escalofríos. A saber si nos iba a dar el equipo para derrotar al que saliera de ellos con destino a las Finales. Y, para acabar de poner a prueba el corazón de los aficionados, Porzingis se lesionaba en el G3 de la primera ronda ante Heat después de una temporada razonablemente sano. 

No volvería a jugar hasta el G1 de las Finales, pero tampoco hizo falta en unos playoffs que acabaron siendo un paseo (4-1 a Heat, 4-1 a Cavaliers, 4-0 a Indiana) para plantarse en la segunda final en tres años. 

Enfrente, Mavericks. Sorprendentes, eliminando a tres equipos de más de 50 victorias con el factor cancha en contra y con Doncic mal físicamente otra vez (este chico tiene que replantearse algo en su carrera si quiere llegar a ser lo que puede ser). 

No se podía fallar y no se falló, a pesar de la lesión de KP en el G2 y las dudas tras la apabullante derrota en el G4. Porque los Celtics, a pesar de todo lo sucedido este año y los anteriores, no se han podido quitar de encima la etiqueta de frágiles y la sombra de la debacle sobrevoló las cabezas de todos, como en 2022. 

 

I am lightning a cigar

 

Tras las finales se ha renovado a Hauser, Kornet, White y Tatum. El bloque campeón estará unido varios años y, a pesar de que Porzingis probablemente no volverá hasta Navidad o principios de 2025 y que equipos del Este como Knicks y Sixers se están reforzando, habría que mirar el futuro con cierto optimismo, pero también con el alma aligerada por haber conseguido, por fin, el ansiado objetivo, la obsesión de la franquicia. 

Dicen que entre salarios y tasas de lujo, los Celtics costarán aprox. 400 millones de dólares en 2025. Los dueños acaban de poner la franquicia a la venta. Timing, que se dice.