23 de septiembre de 2022

Eurobasket ´22: el triunfo de la fe

Ha pasado casi una semana, tiempo suficiente para digerir el éxito. Inesperado, porque nadie pensaba que nuestra Selección, la peor selección en cuanto a talento en dos décadas, fuera capaz de llegar tan lejos. Y si alguno hoy dice que sí, que ellos pensaban que íbamos a ganar el Eurobasket, miente. 

Confieso que yo no lo creía. Lo he dicho por aquí. Pensaba que nos daríamos un batacazo en forma de dolorosa derrota en octavos de final. No ayudaba que los cruces fueran con el grupo B, el denominado grupo de la muerte, con varios favoritos y uno de los equipos locales.

SEMIFINAL 1: FRANCIA - POLONIA

La primera semifinal fue un paseo militar de Francia, que arrolló a una Polonia desconocida. Cómo puede cambiar un equipo en 48 horas, de realizar un partidazo contra la vigente campeona y de eliminar a una de las megaestrellas de este campeonato, a perder por 41 puntos de diferencia (34-18 al descanso). Estaba claro que Polonia daba por bueno haber llegado a semifinales y sesteó los dos últimos partidos. 

Lo intentó, pero no tenía más ases en la manga

 

Para Francia fueron suficientes los puntos de Okobo, Yabusele y Fournier. Un partido plácido, después de las pesadillas ante Turquía e Italia, con los doce jugadores saltando al parqué y jugando entre ocho y veintidós minutos. Encima, con más descanso que sus rivales en la final. 

SEMIFINAL 2: ALEMANIA - ESPAÑA

Una primera parte de contrastes, con un primer cuarto bastante bueno y un desastre de segundo cuarto con un parcial en contra de 14-0 que nos hizo llegar en desventaja al descanso. Tocaba remar, una vez más, con la corriente en contra. Como contra Lituania. Como contra Finlandia. 

El tercer cuarto pareció marcar por momentos el final de la aventura. Fue bonito mientras duró y a otra cosa. Un segundo parcial de 14-0 (de 61-57 a 61-71 a poco más de un minuto para el final del cuarto) ahondaba en esa idea. 

Poco podíamos imaginar que la cosa no iba a acabar allí. Que los nuestros no se iban a rendir. 

Otra vez Rudy se echó al equipo a la espalda, dando ejemplo de ganas de defender una camiseta que impone a sus rivales con su sola presencia. La defensa de Alberto Díaz, el control del tiempo de Lorenzo Brown, la machacona efectividad en ataque de Willy, el dominio inesperado desde la defensa de Garuba... Y aquello se dio la vuelta. 

0-6
 

España sobrevivió a los arreones finales y se plantó en la final con un marcador 96-91 (impresionante las cifras de los partidos de este Eurobasket, salvo alguna excepción). 

Los cinco triples de Obst (en ocho intentos), los quince puntos de Wagner y, sobre todo, los 30+8 de Dennis Schröder. 

Alemania, el equipo más parecido a España del campeonato en cuanto a juego y responsabilidad coral, hincó la rodilla ante los 29+6 de Lorenzo (sin embargo más gris que frente a Finlandia), los 16 de Willy, 13 de Juancho, 10 de Alberto y 4+5+7 asistencias de Garuba.

Once cambios de líder y siete empates dan fe de lo disputado del partido y de la emoción que tuvo hasta el final, incluso cuando España se colocó +8 a falta de pocos segundos para la bocina. 

España se plantaba de nuevo en la final de un Eurobasket. De nuevo contra Francia. Seguro que a Vincent Collet se le atragantó la cena con cierta sensación de desagradable déjà vu. 

FINAL

Tenía claro que el equipo que ganara la anterior semifinal se iba a llevar el campeonato. Francia estaba de prestado tras haber estado al borde de la eliminación dos veces, así que la fortuna tenía que darle la espalda de una vez. 

Gloria...
 

Como es habitual desde 2009, las finales de los Eurobasket y Mundobasket son los partidos más plácidos para nosotros. Salimos enchufados, arrollando a los rivales y manteniendo después una distancia en el marcador que nos permite salir campeonando. 

Esta final no se salió del guión y en aproximadamente quince minutos el marcador indicaba 47-26 para los nuestros. Eso incluía el fogonazo ofensivo de Juancho (6/7 triples) y el ya habitual dominio desde la defensa del quinteto de seguridad. 

A partir de ahí la cosa cambió. La regresión a la media fue brutal y el aro empequeñeció para los nuestros y se convirtió en una piscina para los franceses, hasta que un parcial terrorífico de 20-2 que duró hasta el tercer cuarto convirtió el tremendo +21 en un mucho más inquietante +3. 

Ahí se engrandeció la figura de Scariolo y de su cuerpo técnico, que se comió otra vez (y va ya un 6-0 frente a Collet) a sus oponentes, demostrando que nuestro equipo era el mejor trabajado y motivado. 

El equipo, lejos de tambalearse ante la dificultad, no solo se rehízo sino que marcó de nuevo diferencias para perder el tercer cuarto solo por un punto y mantener un +9 a falta de solo diez minutos para el final. 

... eterna...

 

El último cuarto fue un intercambio titánico de canastas en el que los franceses se mantuvieron a una distancia de siete u ocho puntos, hasta que los nuestros se dispararon de nuevo a un +15 que dejaba las cosas vistas para sentencia. 

Cada intento de Collet era contrarrestado con maestría por Scariolo. Si Fournier nos estaba machacando, se hace una defensa caja y uno y listo. Si Collet plantaba sus dos torres en el centro de la zona, Scariolo respondía con el quintento más bajo posible, con Garuba de cinco. Y así sucesivamente.

El resultado final fue el que marcó el destino: victoria de España. 

La discusión no es si Scariolo es el mejor seleccionador español o no. La discusión es si es el mejor seleccionador FIBA de la Historia. 

Si el Mundobasket deslumbró al mundo en 2019, venciendo con una selección menor, aún se contaba con Ricky y Marc como estrellas mundiales por aquel entonces y con Rudy y Llull con tres años menos. 

... a los campeones.

 

Este Eurobasket ha sido el triunfo del colectivo y la consagración de Scariolo, si no estaba ya consagrado desde hace años. Un triunfo de autor.  

Juancho MVP de la final. Willy MVP del campeonato (sobre esto ya hablaremos más tarde). Lorenzo y Willy en el mejor quinteto.

Tetracampeones de Europa. 

Un triunfo inesperado.

El triunfo de la fe.

No la fe de los aficionados, sino la fe del cuerpo técnico, de los jugadores y de los familiares que de forma incansable animaron desde las gradas del pabellón en Berlín. 

Gracias, por tanto. 


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