Un día como ayer, 7 de junio de 1993, Drazen Petrovic dejaba la vida en accidente de tráfico en las carreteras de Alemania. Tras clasificar a la selección de su país, Croacia, para el Eurobasket de ese año, último servicio al deporte de la canasta croata, un cúmulo de casualidades hizo que el vehículo de Petrovic (se dice que conducía su amiga) se encontrara en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Se ponía así un triste colofón a la carrera deportiva de uno de los baloncestistas más carismáticos de la vieja Europa. Un jugador que unía a su talento natural un afán de ser el mejor que le hacía trabajar como nadie.
Sibenka Sibenik, Cibona Zagreb, Real Madrid, Portland Trailblazers y New Jersey Nets fueron sus equipos a nivel de clubs. Las selecciones de Yugoslavia y de la recién independiente Croacia se movieron al son que tocaba Amadeus.
Un palmarés envidiable: dos Recopas de Europa (Cibona y Real Madrid), dos Copas de Europa, campeón del mundo en Argentina ´90, campeón de europa en el Eurobasket ´89 y ´91, subcampeón olímpico en Seúl ´88 (Yugoslavia) y Barcelona ´92 (Croacia), infinidad de títulos nacionales... Un jugador como salen un puñado en cada generación.
Nunca fue santo de mi devoción, hasta casi el final de su carrera. Al principio no me gustaban las actitudes que tenía en pista (ese caballito humillante, los cánticos de "ala Madrid" en la final del 85 de la Copa de Europa, la provocación a Sabonis el años siguiente...). Luego vino a Madrid, siendo la indiscutible estrella de la liga, aunque no pudiera ganarla, y hacer saltar el electrónico tras anotar 62 puntos al Snaidero de Oscar y Gentile...
La fuga a Portland no ayudó, así como las actuaciones con la selección plavi durante sus primeros años... No, definitivamente Drazen Petrovic no estaba entre mis favoritos.
Pero no pude dejar de rendirme a la evidencia de estar ante uno de los más grandes. Incluso en la NBA, tras dos años difíciles en Portland y tras su evidente transformación física en un tirillas con desparpajo a un mazas con desparpajo. Me cansé de ve exhibición tra exhibición; me enamoré de su juego con la selección yugoslava en el Mundobasket de Argentina ´90. Me enorgullecí de ser europeo tras verle tirar del carro de la selección de Croacia ante el Dream Team original, viéndole retar a un Michael Jordan en su plenitud y mostrando el camino a los Radja y Kukoc, que luego seguirían sus huellas en la mejor liga del mundo.
¿Qué hubiera sido de su carrera, de no haber mediado el trágico desenlace? En su última temporada había promediado más de veintidós puntos por partido y un 45% en tiros triples, había sido elegido en el tercer mejor quintento de la NBA, su nombre había sonado con fuerza para el All-Star y había visitado los play offs con un equipo de New Jersey que contaba con él, Kenny Anderson y Derrick Coleman y la batuta de Chuck Daly como mejor activo.
Todo lo que se pueda decir sería baloncesto-ficción. Como qué hubiera sido de Sabonis si no se hubiera roto el tendón de aquiles...
Aparte de las fotos o videos que puedan circular por internet, buscad el documental Once Brothers, que cuenta su historia con Vlade Divac y cómo se separaron sus caminos por causa del nacionalismo serbocroata.
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